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MOLINA DE ARAGON: 3-MOLINA DE ARAGON (MULIN)-GUADALAJARA. 2º PARTE...

3-MOLINA DE ARAGON (MULIN)-GUADALAJARA. 2º PARTE
Desde entonces la villa de Molina sustituyó el apellido de los Caballeros por el de Aragón y llamó como este reino a la torre más alta de su fortaleza. Con la paz de Almazán de 1375, el Señorío de Molina fue devuelto al rey de Castilla y el título de Señor de Molina quedaría vinculado al rey de Castilla y luego al rey de España.
La importancia estratégica de Señorío de Molina durante los siglos XIV y XV como zona fronteriza fue clave para las batallas que se sucedieron entre Castilla y Aragón y Molina de Aragón mantuvo inalterados sus fueros.
En 1465 Enrique IV de Castilla quiso entregar el Real Señorío de Molina a su valido D. Beltrán de la Cueva. Los villanos se levantaron en armas contra de la Cueva y vencieron a sus tropas en la batalla de Rueda donde el rey y su valido desistieron de esta cesión y el Señorío de Molina pudo mantener su fueros.
La unión de las corona de Castilla y Aragón a través de los Reyes Católicos trajo una gran estabilidad en el Señorío y produce una gran prosperidad económica con el desarrollo del comercio lanar y de paso aduanero entre las corona de Castilla y Aragón
Sería en la época de los Reyes Católicos cuando se produce el mayor incremento de capital a Molina y lo hace crecer económicamente y urbanísticamente a esta ciudad. En la década de los años 1630 se convertiría en centro de batallas durante la Guerra de los Treinta Años porque en 1641 el rey Felipe IV y su valido el Conde Duque de Olivares reunieron allí las Cortes y a los ejércitos en Molina para emprender la expedición hacia Cataluña para apaciguar la sublevación.
Durante el periodo del 1704 al 1710 durante la Guerra de Sucesión española, Molina de Aragón se mantiene fiel a Felipe V de Borbón y fue campo de batalla entre los dos pretendientes Felipe V y el Archiduque Carlos de Austria.
Molina sería ocupada por el Archiduque Carlos de Austria y después recuperada por las tropas borbónicas dirigidas por Juan de Nassau.
Estas múltiples batallas y las epidemias de peste dieron lugar a que durante el siglo XVIII Molina iniciaba una decadencia económica y demográfica y se inició un proceso de desamortización desde finales del siglo haciéndola depender de la Intendencia de Cuenca y después de la de Guadalajara.
Durante la Guerra de la Independencia se constituyo en Molina una Junta Superior y en la Constitución española del 1812 se cita a Molina como una entidad regional independiente, considerada al rey de España también Señor de Molina.
Tras la Guerra de la Independencia en el siglo XIX, fue lugar de correrías de los famosos guerrilleros Barber, Cantarero, Villacampa y Nebot quien dirigían sus partidas de patriotas y fue el azote de los invasores franceses por sus acciones bélicas en la comarca de Aragón.
Las Cortes de Cádiz suprimían los Señoríos jurisdiccionales mediante el Decreto del 6 de julio de 1811, pero una vez derrotados los franceses y expulsados de España, los avatares políticos (vuelta al absolutismo) hicieron frenar las reivindicaciones de los ayuntamientos de recuperar la plena jurisdicción sobre el territorio del municipio y sería en 1834, cuando tras la introducción del régimen liberal, definitivamente queda abolido el régimen señorial.
En 1813 se constituye en la Diputación Provincial de Guadalajara con Molina, germen de la actual provincia de Guadalajara creada en 1833 en la Reforma Administrativa de Javier de Burgos donde integra al Señorío de Molina en la provincia de Guadalajara provocando la disolución y la abolición del Fuero.
A lo largo del siglo XIX, durante la vigencia de los distintos gobiernos liberales se van a producir las “desamortizaciones” que es un proceso de expropiación o nacionalización de las propiedades de la Iglesia en concepto de venta de los llamadas “manos muertas”, nombre que recibieron las instituciones como la Iglesia y los Consejos que no podían vender sus tierras.
Las Guerras Carlistas, iniciadas contra el gobierno liberal tenían a los insumisos del norte (vascos y navarros), catalanes y valencianos, todos juntos a una activa Institución, que será la Iglesia quien avivaba desde el púlpito la sedición y rebelión contra la monarquía liberal y ésta, inició el proceso de “desamortización de los bienes de la Iglesia” para poder sufragar con medios económicos la formación de un ejército, dotado de pertrechos y soldados para combatir a las partidas facciosas que querían imponer por la fuerza, el régimen absoluto.
Posteriormente se suceden otros pasajes históricos como la Revolución y Constitución del 1869, el gobierno provisional del general Serrano, el reinado de Amadeo I de Saboya, la I República en 1873, período que termina con el golpe del Estado del general Pavía quien entra con las tropas en el Congreso en 1874, seguido por el pronunciamiento militar del general Martínez Campos en Sagunto en el año 1874, imponiendo por la fuerza de las armas la Restauración de la monarquía borbónica, en la persona de Alfonso XII.
A lo largo del siglo XIX, se consolida como villa importante y tras el incremento demográfico, se produce una expansión en las actividades productivas, especialmente la segunda mitad del siglo XIX.
Ya en el siglo XX, se produce un cambio político, con la proclamación de la II República, he iniciada la Guerra Civil, Molina de Aragón es ocupada por el bando nacional pero posteriormente por el bando republicano.
En mi libro: “La España critica….una Iberia posible” comento esta tragedia humana y manifiesto: “Desgraciadamente, la anarquía existente en las dos Españas enfrentadas trajo sin por ello olvidar otras sangres inocentes derramadas, con los métodos represivos de los dos bandos que usaron la extrema dureza. Vamos a recordar dos víctimas de esta barbarie, la desaparición de dos personajes que la sufrieron en su persona, dos genios de la pluma Federico García Lorca y Ramiro de Maeztu, inútilmente sacrificados por el odio enfermo de los contendientes.
Olvidemos para siempre esta tragedia, con su memoria histórica y sepultemos definitivamente la triste realidad que denunciaba Mariano José de Larra del convulso periodo decimonónico: “Aquí yace media España, murió de la otra media”.
Recordemos tiempos pasados donde reinaba la armonía en el pueblo y todo el estrato social participaba en actos colectivos como refleja el gran genio pictórico Francisco de Goya en su obra “La Pradera de San Isidro” con escenas de fiestas, alegría común y jolgorio popular y en otros como “La carga de los mamelucos” donde todo un pueblo unido, participa en su lucha contra el invasor francés.
En esta escena de la Guerra de Independencia, ya un ilustrado de mente privilegiada D. Melchor Gaspar de Jovellanos, hacía su análisis personal y decía: “España no lucha por los Borbones, ni por los Fernandos; lucha por sus propios derechos, derechos originales, sagrados, imprescriptibles, superiores e independientes de toda la familia o dinastía.
España lidia por su religión, su Constitución, por su leyes, por sus costumbres, sus usos y en una palabra, por su libertad…”
Terminada la guerra transcurre su historia dentro del régimen de Franco hasta que en el año 1977 se incorpora como villa, tras la Ley de la Reforma Política al nuevo sistema democrático actual.
Así el Señorío de Molina cuyo fundador fue D. Manrique Pérez de Lara (1138-1164) y le sucedieron treinta y un Señores de Molina, sucesores hasta el actual el rey Felipe VI de Borbón, considerado como el último Señor de Molina.