Doña Ana de Mendoza y de la Cerda fue una de las mujeres más singulares del reinado de Felipe II. Biznieta del gran cardenal Mendoza, casada muy
joven con Ruy Gómez de Silva, con quien tendrá 10 hijos.
Cuando la princesa queda viuda, ingresa un tiempo en el
convento carmelita de
San José, fundado por
Santa Teresa de Jesús. Tras su vuelta a la corte, fue acusada de conspiración por Felipe II y encarcelada en Pinto, en San Torcaz y, finalmente, en su propio
palacio de
Pastrana, donde falleció en 1592 tras 11 años de cautiverio.
Los restos de los príncipes de Éboli descansan en la cripta de la
colegiata de Pastrana.