Puede señalarse la fecha concreta de 1164 como la de fundación de este cenobio. En ese año, el rey Alfonso VIII de Castilla, muy aficionado a la naciente Orden monacal de
San Bernardo, concedió aquel buen
valle a unos pocos monjes cistercienses, a los que ponía como condición que lo habitasen velut precarium (como de prestado) y que en ese lugar cumplieran con la doble misión que estos
monasterios medievales tenían en la estrategia político-
militar de los reyes castellanos: la de repoblar su entorno,
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