Alfonso VII, junto con su mujer doña Leonor, hace merced a don Nuño Abad y monjes de la Orden Cisterciense, del Monasterio de Santa María de Bonaval, en el que desde algunos años antes habitaban, para que lo poseyeran perpetuamente, con todos sus pechos, derechos y demás pertenencias. Poco antes habían "apeado, delineado y dividido" las posesiones territoriales del cenobio, para que fuera de todos públicamente conocido. Y se hizo de la siguiente manera: desde la Yglesia de Arretiendas (Retiendas), ... (ver texto completo)