A LAS CUEVAS DE LOS CASARES
(en La Riba de Saelices, Guadalajara)
I DESPERTAR EN LAS CAVERNAS
Viví dando cobijo a infinidad de sueños
sumida en la profunda caverna de mi tierra
donde fui alumbrada para mi nacimiento.
El soplo de la vida me iluminó en la sierra
a la vera templada del reino del silencio.
Tras una larga espera surgí de las tinieblas
y al fin llegó la hora de dar vida a mi cuerpo.
Vislumbré en el murmullo del viento una nueva era.
Noté el día y la noche, colores en el cielo,
luces en mi mente del brillar de las estrellas;
oteé los bosques, valles; los distintos terrenos,
enormes roquedales, llanos, florestas…
Sentí abarcar la esfera con humano entendimiento.
Con panes bajo el brazo agradecí la siembra
de frutos y dones como propio alimento.
Pronto plasmó mi mano con ímpetu y destreza
dibujos de mi entorno en los inviernos;
en murales de roca esculpí las siluetas
de corceles veloces, plenos de movimiento
Carmen García
(en La Riba de Saelices, Guadalajara)
I DESPERTAR EN LAS CAVERNAS
Viví dando cobijo a infinidad de sueños
sumida en la profunda caverna de mi tierra
donde fui alumbrada para mi nacimiento.
El soplo de la vida me iluminó en la sierra
a la vera templada del reino del silencio.
Tras una larga espera surgí de las tinieblas
y al fin llegó la hora de dar vida a mi cuerpo.
Vislumbré en el murmullo del viento una nueva era.
Noté el día y la noche, colores en el cielo,
luces en mi mente del brillar de las estrellas;
oteé los bosques, valles; los distintos terrenos,
enormes roquedales, llanos, florestas…
Sentí abarcar la esfera con humano entendimiento.
Con panes bajo el brazo agradecí la siembra
de frutos y dones como propio alimento.
Pronto plasmó mi mano con ímpetu y destreza
dibujos de mi entorno en los inviernos;
en murales de roca esculpí las siluetas
de corceles veloces, plenos de movimiento
Carmen García