Con ojos que te sieguen huidiza,
soy el azor de tus benditos senos:
palomas que arrullando inflan el buche,
vasos que crecen a un divino fuego.
Y en verdad que tu vientre primerizo,
ni blanco ni moreno,
calladamente se deforma en cantaro
a la presion continua del misterio.
Ah, si me fuera dado referirte
lo inexplicable que en el alma siento,
y hacer de modo que tu angustia santa
se te vuelva alegria todo el tiempo!
Mujer, en el secreto de tu carne
es mi destino el que se esta cumpliendo;
y por eso sonrio a tu sonrisa
y sufro sin querer tu sufrimiento.
Y soy como un pastor ante su tierra
-que mi tierra es tu cuerpo-;
pastor que canta o que en la plaga llora
con los brazos abiertos!
Ah, poco a poco, como un niño triste,
de extraño mal me morire en silencio,
si lo que llevas, que es mi propia viña,
te lo destruye el viento.
soy el azor de tus benditos senos:
palomas que arrullando inflan el buche,
vasos que crecen a un divino fuego.
Y en verdad que tu vientre primerizo,
ni blanco ni moreno,
calladamente se deforma en cantaro
a la presion continua del misterio.
Ah, si me fuera dado referirte
lo inexplicable que en el alma siento,
y hacer de modo que tu angustia santa
se te vuelva alegria todo el tiempo!
Mujer, en el secreto de tu carne
es mi destino el que se esta cumpliendo;
y por eso sonrio a tu sonrisa
y sufro sin querer tu sufrimiento.
Y soy como un pastor ante su tierra
-que mi tierra es tu cuerpo-;
pastor que canta o que en la plaga llora
con los brazos abiertos!
Ah, poco a poco, como un niño triste,
de extraño mal me morire en silencio,
si lo que llevas, que es mi propia viña,
te lo destruye el viento.