Aún nos asombra la efímera belleza de la rosa que sustenta su permanencia en la multiplicación de sus fugaces ejemplares y en versos tan perennes:
Oh tú mi bella rosa!
¡cómo olvidar tu rico aroma!
por los
jardines en los que moras
siempre se cuelan las
mariposas.
Blancas, rojas, someras,
defendidas como una
bandera,
de amor, de aromas y futuro,
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