Aún no se ha disipado por completo el humo. Aún no se han acallado los llantos y lamentos. Aún resuena por las
calles de la villa de
Cogolludo el eco de las tropelías cometidas por los soldados franceses en las indefensas gentes de Cogolludo. Aún se cierne la
sombra del águila imperial de
Francia sobre los otrora orgullosos muros del
castillo. Aún no ha terminado la guerra…
Cuando un grito rompe la
noche. Juan Martín, el Empecinado, vuelve la vista atrás y escupe su rabia. A lo lejos, la oscuridad
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