Por la década de los 40 hicieron su aparición las máquinas de aventar por fuerza humana, que tenían la ventaja de poder proporcionarse ellas mismas el viento necesario para separar la paja y el grano, labor que hacían en dos fases: aventar y cribar. Después se les incorporaron motores de explosión a gasolina, con lo que el trabajo era mucho más descansado. Con las máquinas generalmente se aventaba de madrugada cuando la calma era total.