Con el fin de poder lavar la ropa sucia existian los
lavaderos publicos o balsas, estanques construidos a ras de suelo, de bordes inclinados donde las madres y chicas jovenes se desplazaban con la ropa sucia en cubos y calderetas bajo el brazo cuantas veces era necesario. Habia tres balsas: dos junto a la Plazuela de la Bomba, la pequeña cubierta y la grande al aire libre y una en las Callejuelas de los cerrados del Solano. Las primeras se alimentaban con el
agua sobrante de la
fuente y la segunda con la procedente de la bomba del Solano. Las balsas eran lugares alegres y bulliciosos donde comentarios y chismes estaban al orden del dia. En
invierno el lavado se hacia en las mismas
casas, utilizando gamellas y calderetas.