Un sofista es aquel ignorante que pretende suplir con malas artes –chascarrillos a lo más, suposiciones y maledicencias o manipulaciones- sus carencias en la argumentación: nunca entra en debate y, si lo hace, escurre el bulto. Con él nunca se puede saber muy bien de que se está hablando porque es incapaz de razonar: pretende desviar la atención con descalificaciones, insultos, pataletas o se pone trascendente en torno a asuntos triviales que, cualquiera que domine la ironía, entiende o sobreentiende,
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