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TRAID: ¿Hasta cuando, Catilina, abusarás de nuestra paciencia...?...

¿Hasta cuando, Catilina, abusarás de nuestra paciencia...? (Cicerón)
A la atención de algún que otro navegante. Como habéis estado interpretando de forma libre las intenciones del supuesto erudito y del supuesto ignorante, y como yo soy de la opinión de que a buen entendedor, pocas palabras bastan... Pues no había creído hasta ahora que tuviera que volver sobre el asunto. Sin ser esto una filípica de Demóstenes ni una diatriba de la escuela cínica repararemos antes que nada en el contrasentido, la paradoja o el absurdo que supone hablar de “eruditos” en estos tiempos de saberes especializados.
Ya que me tomo la molestia de largar esta catilinaria elijo expresarme como sé, mal que les pese a los teóricos de la intermediación que consideran al común de los mortales un incapaz al que hay que adaptarle el mensaje –explicar, dicen- quizá midiendo a los demás por el rasero de una poquedad –la suya- que intentan generalizar en vano.
Así que, “zin acritú” que decía el Felipe.
Yo creo, que si alguien tiene algo interesante que decir, en Internet o en Roma, siempre tiene oyentes y no los tiene el que se mueve entre frases hechas, entre medias verdades o en mentiras enteras.
Un sofista es aquel ignorante que pretende suplir con malas artes –chascarrillos a lo más, suposiciones y maledicencias o manipulaciones- sus carencias en la argumentación: nunca entra en debate y, si lo hace, escurre el bulto. Con él nunca se puede saber muy bien de que se está hablando porque es incapaz de razonar: pretende desviar la atención con descalificaciones, insultos, pataletas o se pone trascendente en torno a asuntos triviales que, cualquiera que domine la ironía, entiende o sobreentiende, leyendo entre líneas. Comenzó la cosa porque, utilizando la ironía, animé a la juventud, a disfrutar el momento –latinajo mediante- porque cuando somos jóvenes, a veces, no disfrutamos todo lo que debiéramos pensando que la vida es larga: nos creemos “inmortales” y recordaba aquella imagen tan manida de Cronos devorando a... Etc. Esto es una manera común de hablar. Quien poco entiende no debe dedicarse mas que a ser humilde mientras perfecciona sus capacidades y no a despotricar contra el que sabe más, supuesto que así sea. Si es cierto, como dijo el sabio que “lo que natura no da, Salamanca no presta” nunca debe perderse la esperanza, a veces se produce el milagro y de un leño o una roca brota el agua.. Pero la incredulidad se instala ya con todos sus pertrechos cuando la ignorancia pretende sentirse airada y se rasga las vestiduras -como se sabe, la ignorancia es muy atrevida. Parecería que, en medio de la confusión, cualquier opinión fuera válida por el hecho de serlo, por recurrir a falseamientos o sofismas, al desprecio gratuito al adversario. Solo la estulticia, “que trabaja en su propio fastidio” (ahora sí lo traduzco para la peña) puede desconocer que no descalifica quien quiere, que existen reglas, artes y capacidades. Parecería que, instalados en el “todo vale”, como en el tango “Cambalache”, cualquiera coge unos zancos y se eleva por encima de sus posibilidades. Hasta la fecha sigue vigente el que los pájaros no pueden disparar a las escopetas y que cada cual tiene un nivel de incompetencia que en algunos se hace evidente apenas rascas. Por otra parte el que conoce puede ser pedante y no a la inversa. Es su elección.
Pdta.:¡La de perífrasis y circunloquios que tiene uno que pergeñar para evitar llamar a las cosas por su nombre!