Un sofista es aquel ignorante que pretende suplir con malas artes –chascarrillos a lo más, suposiciones y maledicencias o manipulaciones- sus carencias en la argumentación: nunca entra en debate y, si lo hace, escurre el bulto. Con él nunca se puede saber muy bien de que se está hablando porque es incapaz de razonar: pretende desviar la atención con descalificaciones, insultos, pataletas o se pone trascendente en torno a asuntos triviales que, cualquiera que domine la ironía, entiende o sobreentiende, leyendo entre líneas. Comenzó la cosa porque, utilizando la ironía, animé a la juventud, a disfrutar el momento –mediando algún latinajo- porque cuando somos jóvenes, a veces, no disfrutamos todo lo que debiéramos pensando que la vida es larga: nos creemos “inmortales” y recordaba aquella imagen tan manida de Cronos devorando a... Etc. Etc. Esto es una manera común de hablar(¿Continuará?).