HISTORIAS DE AYER.
Voy a empezar por poner un nombre al protagonista de esta historia... ¿Juan? ¿Antonio? ¿Pedro...? poco importa el nombre, vamos a suponer que se llama Pedro, que sus juegos eran de los mas sencillos... pero sobre todo, voy a afirmar, que, como los chavales de hoy, sentían y acertaban; sobre las pocas alegrías, en sus opiniones.
Pedro fue llamado por su padre, que muy cerca charlaba con un hombre con cara de pocos amigos. Pedro acudió intrigado, dejando sentados sobre unos maderos de la plaza a sus amigos. Era en un pueblo cercano al suyo.
-Aquí tienes al chico. Es "espabilao". No sabe mucho de arado, pero si otros menesteres... tu verás si te hace avío. Tiene empeño en largarse a Madrid. No se que pájaros, le han metido en la cabeza sus primos... Y digo yo: si todos nos vamos a la capital... ¿quien va a labrar las tierras? ¿De que vamos a comer?
Pedro volvió a mirar al hombre: ni una sonrrisa.
Pedro miró a su padre, que decía: este será "tu amo" durante un año... y no se enteró muy bien de las cifras que se manejaban. Su rebeldía, se había acentuado ante la palabra "amo". ¿amo de que y de quien?-se decía para sus adentros. Se rebelaba, contra lo impuesto.
-! Que te digo yo, que ese toro es de casta!
-Un buen morlaco-decía otro en un corrillo cercano.
Contrapuestas opiniones se sucedían, aquí allá y en la taberna de aquel pueblo, cercano a el de Pedro.
Así fue, como Pedro, días después, muy de madrugada, con un macuto de los que los soldados dejaron en la algive años atrás, se vio caminando dirección Este.
El pueblo al que se dirigía estaba lejos. Una llanura, descender por unas laderas salpicadas de romero y marañales. una estrecha vega y vuelta a subir otra empinada cuesta entre arbustos, hasta una desigual llanura.
Allí estaba el pueblo. El sol había ganado altura. Un rebaño de ovejas, caminaba en sentido contrario, dejándo tras de si una nube de polvo...
- ¿Cual es la casa de "el señor..."- preguntó
-En la primera. Es la casa grande. No tiene perdida- Dijo el pastor, mientras pensaba Pedro que sobravan explicaciones.
Se detuvo ante unas puertas enormes: Golpeó fuerte el aldabón y... ahí estaba él: el hombre que según los cánones establecidos, sería su amo. Hoy le perecía mas regordete y... hasta mas pequeño,: pero había algo en sus gestos y miradas que no acababa de gustarle a Pedro.
- ¿Quien es?- gritó una voz desde la ventana. El hombre emitió lo que a Pedro se le antojo un gruñido. Una mujer joven cruzaba el patio con un cubo de agua en la mano.
-Ven, te mostraré donde acomodarte.
Un pasillo, otro patio y un cuchitris, lleno de trastos en desorden
-Cuelga la ropa en esos clavos, y te reúnes conmigo en el patio- había dicho el hombre.
Al día siguiente, "amo y criado" (asi se nombraba entonces a explotador y explotado) si dirigieron a una finca. el día transcurrió cortando leña don yn gran tronzadór
De regreso, cansado Pedro, tomó asiento sobre una de las albardas, de aquel su aposento... cuando apareció la joven que viera el día anterior.
! Hola, me llamo Rosa, vamos a cenar. Tenía una voz fina i amable. No se parece a sus padres, se dijo Pedro.
Una vez en la cocina, Pedro preguntó:
- ¿No comes con tus padres?
-! No son mis padres! respondió la muchacha en tono de rabia. Mis padres murieron, en un pueblo hacia la sierra... Mi madre murió cuando yo era pequeña y a n pi padre lo mataron en la guerra. Con unos vecinos llegamos a la capital, evacuados, y allí un mal día (recalco las frases) estos señores me trajeron hasta aquí... para servirles. Ellos dicen por ahí que me tratan como a una hija.
Pedro escuchaba a aquella niña un poco mayor que el. Es inteligente y simpática, se decía Pedro, cuando tendido sobre un viejo colchón, meditaba sobre la situación de esa muchacha y la suya propia.
Al día siguiente, llovía, el "amo" le encargó de dar una vuelta a las patatas, apartando las de simiente. En el portal solo había la luz que se colaba por la puerta; olía a humedad. Por la tarde, apareció Rosa,
Pedro, ven - dijo y le llevo de la mano hasta un cobertizo de donde colgaban ristras de ajos. Luego en el portal, desgranaron algunas cabezas... Luego fueron judías que había que limpiar; arrancar de la mata...
- Aquí no se para un momento-había dicho Rosa.
Durante la escasa cena, dijo Pedro:! Me iré!! Me iré, no aguanto a esta gente...!
¿Y donde irás - decía Rosa, que temía perder un amigo. A Pedro le dio pena de aquella mirada de desolación, de aquella súplica, de aquellas lágrimas que rodaban por aquel rostro jode niña casi mujer.
! Está decidido!- dijo en voz baja.
-Pedro estaba de espaldas a la puerta, Rosa suplicaba con la mirada, luego, de pronto, su ojos se hicieron mas grandes, allí estaba el amo que decía con su voz chillona:
-Aquí quien decide, soy yo y ahora a dormir, que mañana hay mucha tarea... y se alejo por el pasillo gruñendo.
Había estallado la tormenta, y no parecía querer alejarse aquella noche, en que Pedro, decidió... regresar. Hacía frío y las mantas de las mulas, mojadas, desprendían un olor insoportable. Metió en el macuto sus escasas pertenencias, y llamó a a la puerta de Rosa.
Me voy... te recordaré Rosa. Te recordaré.
Rosa se levantó y le abrazó muy fuerte, lloró muy fuerte, y pedro sintió que las lágrimas de Rosa le quemaban. Estaba pensando que sería de ella... Mientra buscaba la salida, tanteando, las paredes, del pasillo, llegó hasta el portalón, y corrió la tranca... Fuera, la noche oscura alumbrada solo por los relámpagos. Apenas se divisaba el sendero. Los arroyos rugían por las laderas. Empapado de lluvia y sudor... hacia el Este se borraban las estrellas con la luz del amanecer.
Aquel abrazo de Rosa, aquel llanto, de dolor humano, hoy muchos años después, le sigue doliendo, y acusa al mundo.
MONEDERO.
Voy a empezar por poner un nombre al protagonista de esta historia... ¿Juan? ¿Antonio? ¿Pedro...? poco importa el nombre, vamos a suponer que se llama Pedro, que sus juegos eran de los mas sencillos... pero sobre todo, voy a afirmar, que, como los chavales de hoy, sentían y acertaban; sobre las pocas alegrías, en sus opiniones.
Pedro fue llamado por su padre, que muy cerca charlaba con un hombre con cara de pocos amigos. Pedro acudió intrigado, dejando sentados sobre unos maderos de la plaza a sus amigos. Era en un pueblo cercano al suyo.
-Aquí tienes al chico. Es "espabilao". No sabe mucho de arado, pero si otros menesteres... tu verás si te hace avío. Tiene empeño en largarse a Madrid. No se que pájaros, le han metido en la cabeza sus primos... Y digo yo: si todos nos vamos a la capital... ¿quien va a labrar las tierras? ¿De que vamos a comer?
Pedro volvió a mirar al hombre: ni una sonrrisa.
Pedro miró a su padre, que decía: este será "tu amo" durante un año... y no se enteró muy bien de las cifras que se manejaban. Su rebeldía, se había acentuado ante la palabra "amo". ¿amo de que y de quien?-se decía para sus adentros. Se rebelaba, contra lo impuesto.
-! Que te digo yo, que ese toro es de casta!
-Un buen morlaco-decía otro en un corrillo cercano.
Contrapuestas opiniones se sucedían, aquí allá y en la taberna de aquel pueblo, cercano a el de Pedro.
Así fue, como Pedro, días después, muy de madrugada, con un macuto de los que los soldados dejaron en la algive años atrás, se vio caminando dirección Este.
El pueblo al que se dirigía estaba lejos. Una llanura, descender por unas laderas salpicadas de romero y marañales. una estrecha vega y vuelta a subir otra empinada cuesta entre arbustos, hasta una desigual llanura.
Allí estaba el pueblo. El sol había ganado altura. Un rebaño de ovejas, caminaba en sentido contrario, dejándo tras de si una nube de polvo...
- ¿Cual es la casa de "el señor..."- preguntó
-En la primera. Es la casa grande. No tiene perdida- Dijo el pastor, mientras pensaba Pedro que sobravan explicaciones.
Se detuvo ante unas puertas enormes: Golpeó fuerte el aldabón y... ahí estaba él: el hombre que según los cánones establecidos, sería su amo. Hoy le perecía mas regordete y... hasta mas pequeño,: pero había algo en sus gestos y miradas que no acababa de gustarle a Pedro.
- ¿Quien es?- gritó una voz desde la ventana. El hombre emitió lo que a Pedro se le antojo un gruñido. Una mujer joven cruzaba el patio con un cubo de agua en la mano.
-Ven, te mostraré donde acomodarte.
Un pasillo, otro patio y un cuchitris, lleno de trastos en desorden
-Cuelga la ropa en esos clavos, y te reúnes conmigo en el patio- había dicho el hombre.
Al día siguiente, "amo y criado" (asi se nombraba entonces a explotador y explotado) si dirigieron a una finca. el día transcurrió cortando leña don yn gran tronzadór
De regreso, cansado Pedro, tomó asiento sobre una de las albardas, de aquel su aposento... cuando apareció la joven que viera el día anterior.
! Hola, me llamo Rosa, vamos a cenar. Tenía una voz fina i amable. No se parece a sus padres, se dijo Pedro.
Una vez en la cocina, Pedro preguntó:
- ¿No comes con tus padres?
-! No son mis padres! respondió la muchacha en tono de rabia. Mis padres murieron, en un pueblo hacia la sierra... Mi madre murió cuando yo era pequeña y a n pi padre lo mataron en la guerra. Con unos vecinos llegamos a la capital, evacuados, y allí un mal día (recalco las frases) estos señores me trajeron hasta aquí... para servirles. Ellos dicen por ahí que me tratan como a una hija.
Pedro escuchaba a aquella niña un poco mayor que el. Es inteligente y simpática, se decía Pedro, cuando tendido sobre un viejo colchón, meditaba sobre la situación de esa muchacha y la suya propia.
Al día siguiente, llovía, el "amo" le encargó de dar una vuelta a las patatas, apartando las de simiente. En el portal solo había la luz que se colaba por la puerta; olía a humedad. Por la tarde, apareció Rosa,
Pedro, ven - dijo y le llevo de la mano hasta un cobertizo de donde colgaban ristras de ajos. Luego en el portal, desgranaron algunas cabezas... Luego fueron judías que había que limpiar; arrancar de la mata...
- Aquí no se para un momento-había dicho Rosa.
Durante la escasa cena, dijo Pedro:! Me iré!! Me iré, no aguanto a esta gente...!
¿Y donde irás - decía Rosa, que temía perder un amigo. A Pedro le dio pena de aquella mirada de desolación, de aquella súplica, de aquellas lágrimas que rodaban por aquel rostro jode niña casi mujer.
! Está decidido!- dijo en voz baja.
-Pedro estaba de espaldas a la puerta, Rosa suplicaba con la mirada, luego, de pronto, su ojos se hicieron mas grandes, allí estaba el amo que decía con su voz chillona:
-Aquí quien decide, soy yo y ahora a dormir, que mañana hay mucha tarea... y se alejo por el pasillo gruñendo.
Había estallado la tormenta, y no parecía querer alejarse aquella noche, en que Pedro, decidió... regresar. Hacía frío y las mantas de las mulas, mojadas, desprendían un olor insoportable. Metió en el macuto sus escasas pertenencias, y llamó a a la puerta de Rosa.
Me voy... te recordaré Rosa. Te recordaré.
Rosa se levantó y le abrazó muy fuerte, lloró muy fuerte, y pedro sintió que las lágrimas de Rosa le quemaban. Estaba pensando que sería de ella... Mientra buscaba la salida, tanteando, las paredes, del pasillo, llegó hasta el portalón, y corrió la tranca... Fuera, la noche oscura alumbrada solo por los relámpagos. Apenas se divisaba el sendero. Los arroyos rugían por las laderas. Empapado de lluvia y sudor... hacia el Este se borraban las estrellas con la luz del amanecer.
Aquel abrazo de Rosa, aquel llanto, de dolor humano, hoy muchos años después, le sigue doliendo, y acusa al mundo.
MONEDERO.
Libertad, acabo de dar cumplida lectura a la historia por ti narrada, imagino, etapa de una vida dura, afortunadamente hemos pasado de la época de amos y criados.
La vida para algunos sigue siendo muy dura y pese a que la forma de llamar a las personas, en eso, si ha cambiado, quién sabe cuantas personas estén en semejantes condiciones.
Disfrutad de vuestro viaje que mañana comienza y a la vuelta, por aquí, por allí, te esperamos.
La vida para algunos sigue siendo muy dura y pese a que la forma de llamar a las personas, en eso, si ha cambiado, quién sabe cuantas personas estén en semejantes condiciones.
Disfrutad de vuestro viaje que mañana comienza y a la vuelta, por aquí, por allí, te esperamos.