VALFERMOSO DE TAJUÑA: Aquela tarde, el sol "caía encencido"... se me antojó...

Aquela tarde, el sol "caía encencido"... se me antojó mas grande que otros días. Semejaba querer acostarse, enviando tonos rojizos y dorados; embelleciendo la sierra. Algunas nuves de colores cabalgaban sobre el horizonte.
En el "valecillo" los abejerucos, trazaban curbas en el cielo, como en una despedida, hasta el año siguiente.
Un muchacho se habia detenido, una vez haber trepado la custe empinada de "Las Peñas", y, apoyado en su azada; observa como tantos días aquella puesta de Sol, mientras meditaba, sobre aquello que le ocultaba el horizonte. Despues de su meditación y saludo, se dirigió "Al Lugar": asi nombraban nuestros abuelos al pueblo. anduvo unos minutos entre oliveres y recostado sobre un pino, poso una vez mas sue mirada en el poniente... El viento suabe del abrego, mecía suavemente la rama de los pinos, cuyas hojas alargadas, en túpida alfombra emitían extraños sonidos.
Poco después, hacia el este, apuntaron las primeras estrellas. Tras contemplar sus, aún debiles puntos de luz, en decidida marcha se dirigió al pueblo. Las primeras sombras aún no habín borrado, las casas grises, apiñadas, como apretujadas sobre la torre de ladrillo rojizo, que lucía el reloj que el "tío José" cuidaba con esmero y que hacia sonar esta en "la campana del reloj, aunque no siempre exactas o cacompasadas. Eln lo alto de la torre, la veleta grande, yacía, peligrosamente inclinada hacia un lado, aunque a nuestro chaval, se le antojaba que habia optado por esa postura indolente, como en desafó a la gravedad en la altura. Cuando la campaña del reloj hacía sonar sus voces. las palomas levantaban su vuelo girando alrededor de la torre, mezcladas entre los vencejos, para posarse lugo en los huecos, des Castillo, que un día ocupáran viejas vigas.! Si estas piedras centenarias hablaran, cuantas cosas contarían- Se sigo y comparó las casas mas humildes, de yeso y piedras, unsa y otras de tierra rojiza. Debiles pontos de luz habian teñido de luz amarillenta las fachadas, cunado nustro muchaco ya se encontrabacerca de "La Rechuela" Por el camino del Barranco hondo, venía el "tio ñarro" con sus alforjas a cuestas...
Las aves habían buscado acomodo, en algun lugar y solo algun buho, levantó su vuelo silencioso durante el camino.
Se acercaban las primeras casas, Voces de niños llegaron hasta sus oidos. Los niños jugaban en la plaza, salvo en invierno. El invierno era largo y triste: Los hombres trabajaban el esparto. Las mujeres la rueca, a veces bajo la luz del candil que alimentado de aceite, colgaba de la negra chimenéa. De la chimenea colgaban también los chorizos de la matanza, y sobre los rescoldos, hervian los pucheros sujetados con el hollero, que bien las madres o la abuela cuidaban, A veces los leños cisporroteaban enviando, lucecitas por el hueco de la cimenea hasta perderse o morir en la oscuridad. EN ESTAS REFLESIONES:
! Hola!...! Hola...! respondioó el muchaco, si atreverse a decir "Tío ñarro" aunque el "Tio Ñarro nunca se enfadaba.
El "Tio ñarro" era un hobre muy dicharachero, pero muy amable con la gente y sobre todo los niños. Yo pesaba quye era muy sabio... decía cosas distintas. cosas que yo oía decir a su abuela y que entonces no entedía lo suficiente.
-He he observado. Hace tiempo que te observo: -Dijo "el tío ñaro cuando yacaminabamos juntos, por la soledad. "Te he sorprendido mirando... Y sin duda te haces mil preguntas. Allá donde trasladas tus sueños, son otra clase de surcos. No encotrarás el arado, la azada, ni tampoco la hoz, si andamios y fábricas... conocerás a otras gentes... Callo, Yo tambien callé... Yya no volvía a conversas jamas con "el tío ñarro"
Ha pasado muchos años. El mismo sendero a recorrer sin la azada acuestas. Hoy, a poco menos de un garrote en que apoyarme, o cayada como la llamaban los abuelos... todo es soledar en los caminos. Las aves han uhido, del rí y del vallecillo. Las yuntas han dado paso al ronco rodar de los tractores. El castillo mira silencioso, a la plaza, acostumbrada ye a la ausencia de niños. Sentados en los bancos de piedra,, hay unos pocos... de los de entonces. Saludos. Recuerdos. Alegría. Tristezas... no están todos ni estrán nunca... Cuando se depidió, "el muchaco de entonces" El silencio se prolongó por las curbas de la carretera, un silencio de esos tan pesados que ahogan una lágrima... Y de nuevo... de nuevo sumergido en los ruidos. en coches que se amontonan... en torres de ladillo i cemento...
Amigos de entonces, a la altura de este relato, prmitidme que recuerde. permitid que "El Juanito" travieso, se abrace al recuerdo y vierta una lagima, por ahora y entonces.
LIBERTAD.