VALFERMOSO DE TAJUÑA: Decía yo un día, que las piedras son historia. Y, añadía...

Decía yo un día, que las piedras son historia. Y, añadía que al lado de estas piedras, han pasado gentes, que tienen su historia.
Voy a dedicar esta historia a cuarto Marianos... que por nombra y edad, serían: Mariano ("maete" he hijo) mariano Caballero (He hijo también) así como, como el que fuera, (y lo sigue siendo cuando se acerca a la calle de el Horno: el otro Mariano, Y naturalmente, toda la pandilla de amigos, de niñez, "El Quillo", Marino, Quico. José y alguno que no olvido.

Cuando los inviernos son fríos, el frío no hiere a todos por igual... ni a mayores ni a niños. Quisiera que este "cuento" de hoy fuera para los nietos, pero supongo que a estos les costaría entenderlo, puesto que hoy, los "Reyes Magos" les colman de juguetes. mero como digo, no entenderían, como me entenderán su abuelos; viviendo juegos distintos (interrumpidos para algunos)
y vida diferente, puesto que arrastrando las albarcas, desde muy niños, a algunos nos dio tiempo a caminar tras de el arado. al duro acarreo bajo sol de justicia, la trilla, y otra serie de labores, que nos privaba de algunos días de escuela. No puedo pasar por ato que aún hoy, hay niños que tiritan en fríos parecidos, tras un pedazo de pan, que a veces es duro y escaso.
Un día, en este mismo foro, hablaba de "Reyes Magos" ausentes...! Si señor! los "Reyes Magos" no acuden pare todos los niños de la misma manera.

>>>Silencios de inviernos, largos y crueles, despues de que árboles, mostraran, sus ramas desnudas, cubiertas de escarcha. Chimeneas, soltando hacia el Cielo, humos, lentos y blanquecinos, hacia ese cielo geís presagiando nieve... mientras el abuelo, ponía sus "alegrones" de romero o maraña, sobre las brasas, en la cocina brillante de hollín... En la repisa, descasaban, cacerolas pucheros y otros utensilios que el estañadór se encargaba, de poner una gota de estaño, por algunos reales o perras gordas o chicas. También pendían, de clavos de el herrero (Evaristo y Jose, algunas sartenes, tan negras, como el hollín de la chimenea. De un palo de olmo pendían morcillas y chorizos, Pero esto sería... después DE.
Despues de que hombres recién llegados, que no querían decir DE DONDE, a los niños: Hombres aturdidos, que silenciosos se agarraron al arado. (otros no oirían jamas el honrado canto de las rejas en el surco) Hombres que en los largos inviernos, tejían atillos, sogas para las amugas, plaita con las que hacian seornes, posones, espuertas, al lado de una buena fogata.
El abuelo, sacaba su petaca, liabas su cigarrillo (el tabaco estaba racionado) y le daba al pedernal, con el utensilio de acero, y la yesca, que precisamente, se criaba en las bodegas, encendía el grueso cigarro. Luego de la ciudad, llegaría el mechero, dorado, con una gruesa mecha amarilla, anudada en el extremo posterior.
Y asi, mientra el abuelo, tiraba de petaca, la abuela, le daba vueltas a la rueca en el rincón opuesto al abuelo, alumbrada, por la débil luz de el candíl, que a veces chisporroteaba. Mientras tanto, la madre elaboraba calcetines de lana: tal vez de las ovelas de "el tío" Nazario, O "el tío " "frascuelo"..."entrañables vecinos.. Decía que la madre, se afanaba en múltiples quehaceres y como oyera el chisporroteo de el candil, se soltarí unos de sus horquillas de el pelo, y con gran habilidad daba viveza a la llama de el candil.
Palabra hacia adentro, como con temor a recordarlas o que entendiéramos su significado los niños. Y los niños crecíamos, Y si preguntábamos, porque las yuntas, tardaron tanto en poner su normal trajín en el barbecho: los mayores callaban. Pero jugábamos: juagabámos a las liebres en la plaza, a veces a soldados con palos de madera... Y las niñas también jugaban. Y cantaban. algo asi: "AL LEVATAR... UNA JARDINERA VI.." y otra respondía: DE LAS FLORES, QUE TU LLEVAS DIME CUAL ES LA MEJOR.
Y fuere así, como sucediera un invierno tras otro, y tras ellos las primaveras.
Y fuera de esta manera, como vivíamos y crecíamos, los niños de entonces. Y fuera así, como, pasábamos, al rededor de este viejo castillo, y el otro, mientras, los vencejos, llenaban el cielo de sus estridentes chillidos Y fuera así, como se llegaba al verano, y como hurgando en la memoria... ¿Que edad, cuando ya escardábamos lo trigos, acarreamos las mies, trillábamos en al era...?
¿ocho años? ¿Menos?... >>>
LIBERTAD.