VILEL DE MESA
MI PUEBLO
Pueblo mío, ¿qué te he hecho?, que tanto me acuerdo de ti.
Eres tú quien me recibes, cuando regreso y cuando nací. No puedo yo olvidar el cariño que sientes por mi. Si no fuera por la tierra nueva que conocí, me hubiera gustado estar toda mi vida dentro de tus entrañas. Por eso, cuando suspiro < ¡mi pueblo!>, no lo digo con las palabras, sino con el corazón, por lo que siento.
Por tus calles y montañas, y por la casa que me vio nacer. Los cementerios siempre esperan la visita de los hijos y los nietos. Una oración, una flor y unas lágrimas es el momento de partir. El recuerdo es vivo, aunque los cuerpos yacen y desde el cielo te sienten sufrir. Pueblo mío, ¿qué te hecho?, que al salir de la ciudad vuelvo a tu encuentro.
No sé si me recibes o yo me abrazo al recuerdo de aquella infancia, como si volviera el niño que llevamos dentro, como si volviera otra vez a nacer.
Por las calles de la ciudad, en los trajos, en las casas de familia, más que nunca, todos van preparando sus maletas. Todos dicen: <<Unos días me quedan para regresar este verano a mi pueblo>>. Y quien no tiene pueblo se lo tiene que inventar, porque no hay ser humano que no tenga ascendencia de este hermoso pueblo que está en todas las comunidades. O mejor dicho, ¿qué ciudad no tiene hijos de todos los pueblos?.
En las casas regionales, en los centros y peñas de amistades, hay anuncios con fechas para volver al pueblo, y otros van en sus coches particulares. Son aquellos que forman auténticos barrios en la gran ciudad y que a mediados del siglo XX, en trenes y vagones enteros, de distintos lugares llegaban. Hasta los colchones y las sábanas, las cuchares y los tenedores llevaban..... Y hoy, en su vejez, vuelven como palomas con el recuerdo, con el cansancio, a ofrecer a su Virgencita una ofrenda, en acción de gracias, expresando su pensamiento.
Los jóvenes abren las peñas. Limpian y almacenan los refrescos y las buenas ensaladas de la capital del Valle. Será un verano ruidoso, serán noches serenas y largas, hasta que llegue el alba, para hacer el día noche de descanso y seguir por la tarde a la espera de la luz de la luna, para vivir un nuevo día en la oscuridad de la noche.
Todo cambia, todo llega, un año tan largo, un verano tan corto. Se unirá, de nuevo, la juventud de aquellos amores, sin pausa, esperando el tiempo y que los años lleguen y muchas parejas se casen.
Mi pueblo de Villel de Mesa no se mueve y siempre lo llevo, no me daja solo. Es mi compañia de noche y de día: seguro que sin él me perdería. En él viví mi penas y se multiplicaron mi alegrías. Hoy, cuando a mis nietos le hablo, ellos contestan: <<Qué grande es tu pueblo, abuelito, porque lo llevas dentro.>>Como el corazón que late y necesita aliento, yo también necesito nuevos aires de aquellos sabinares del Calorzo y de tomillos de otros lugares, porque estos aires llevan otros alientos.
Serán los niños, con sus juegos en las calles y en las plazas, los que alegrarán las dulces mañanas. Contemplarán las truchas del río Mesa, los pajaros entrar y salir del campanario y del castillo, donde tienen sus nidos. Y sus abuelas esperan el beso de estos nietos que un día serán los hombres y mujeres del futuro.
Parientes, amigos y vecinos, pronto nos volveremos a ver. Vosotros, ángeles custodios, centinelas eternos, si no fuera por vosotrs no habría pueblo. Seremos más, seremos menos, no importa la cantifdad, no es la medida de la cual compone un pueblo. Es la vida, es la alégría, es el amor que todos tenemos a nuestro pueblo.
ESTE VERANO ESPERAMOS GOZAR DEL GRAN REMANSO DE PAZ EN TORNO A LA BUENA MESA. ASI ES VILLEL DE MESA.
MI PUEBLO
Pueblo mío, ¿qué te he hecho?, que tanto me acuerdo de ti.
Eres tú quien me recibes, cuando regreso y cuando nací. No puedo yo olvidar el cariño que sientes por mi. Si no fuera por la tierra nueva que conocí, me hubiera gustado estar toda mi vida dentro de tus entrañas. Por eso, cuando suspiro < ¡mi pueblo!>, no lo digo con las palabras, sino con el corazón, por lo que siento.
Por tus calles y montañas, y por la casa que me vio nacer. Los cementerios siempre esperan la visita de los hijos y los nietos. Una oración, una flor y unas lágrimas es el momento de partir. El recuerdo es vivo, aunque los cuerpos yacen y desde el cielo te sienten sufrir. Pueblo mío, ¿qué te hecho?, que al salir de la ciudad vuelvo a tu encuentro.
No sé si me recibes o yo me abrazo al recuerdo de aquella infancia, como si volviera el niño que llevamos dentro, como si volviera otra vez a nacer.
Por las calles de la ciudad, en los trajos, en las casas de familia, más que nunca, todos van preparando sus maletas. Todos dicen: <<Unos días me quedan para regresar este verano a mi pueblo>>. Y quien no tiene pueblo se lo tiene que inventar, porque no hay ser humano que no tenga ascendencia de este hermoso pueblo que está en todas las comunidades. O mejor dicho, ¿qué ciudad no tiene hijos de todos los pueblos?.
En las casas regionales, en los centros y peñas de amistades, hay anuncios con fechas para volver al pueblo, y otros van en sus coches particulares. Son aquellos que forman auténticos barrios en la gran ciudad y que a mediados del siglo XX, en trenes y vagones enteros, de distintos lugares llegaban. Hasta los colchones y las sábanas, las cuchares y los tenedores llevaban..... Y hoy, en su vejez, vuelven como palomas con el recuerdo, con el cansancio, a ofrecer a su Virgencita una ofrenda, en acción de gracias, expresando su pensamiento.
Los jóvenes abren las peñas. Limpian y almacenan los refrescos y las buenas ensaladas de la capital del Valle. Será un verano ruidoso, serán noches serenas y largas, hasta que llegue el alba, para hacer el día noche de descanso y seguir por la tarde a la espera de la luz de la luna, para vivir un nuevo día en la oscuridad de la noche.
Todo cambia, todo llega, un año tan largo, un verano tan corto. Se unirá, de nuevo, la juventud de aquellos amores, sin pausa, esperando el tiempo y que los años lleguen y muchas parejas se casen.
Mi pueblo de Villel de Mesa no se mueve y siempre lo llevo, no me daja solo. Es mi compañia de noche y de día: seguro que sin él me perdería. En él viví mi penas y se multiplicaron mi alegrías. Hoy, cuando a mis nietos le hablo, ellos contestan: <<Qué grande es tu pueblo, abuelito, porque lo llevas dentro.>>Como el corazón que late y necesita aliento, yo también necesito nuevos aires de aquellos sabinares del Calorzo y de tomillos de otros lugares, porque estos aires llevan otros alientos.
Serán los niños, con sus juegos en las calles y en las plazas, los que alegrarán las dulces mañanas. Contemplarán las truchas del río Mesa, los pajaros entrar y salir del campanario y del castillo, donde tienen sus nidos. Y sus abuelas esperan el beso de estos nietos que un día serán los hombres y mujeres del futuro.
Parientes, amigos y vecinos, pronto nos volveremos a ver. Vosotros, ángeles custodios, centinelas eternos, si no fuera por vosotrs no habría pueblo. Seremos más, seremos menos, no importa la cantifdad, no es la medida de la cual compone un pueblo. Es la vida, es la alégría, es el amor que todos tenemos a nuestro pueblo.
ESTE VERANO ESPERAMOS GOZAR DEL GRAN REMANSO DE PAZ EN TORNO A LA BUENA MESA. ASI ES VILLEL DE MESA.