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VILLEL DE MESA

ANTORCHA DE COLMENEROS, Ó TRATADO ECONÓMICO DE ABEJAS.

Por D. Josef Rivas y Pérez, nataural de Villel de Mesa, Madrid. 1807

PARRAFO II DEL CAPITULO II

DIRECCIÓN QUE DEBEN TENER LOS HORNALES HÁCIA EL SOL.

El dar á los hornales y colmenares la situación que deben tener, respeto del sol, es uno de los puntos mas esenciales para el adelantamiento en esta utilísima grangeria, y el errar en este punto debe ser de muchisima consecuencia, pués se expone á experimentar notablemente perdidas, ó á lo menos, á carecer de unas ganacias progresivas, fundando sus hornales en A. debiéndolos colocar en B. Los antiguos fueron tan ignorantes, que construyeron sus hornales y colmenares hácia el norte, en los sitios mas rasos; algunos al oriente, y pocos al mediodia. Y el haber edificado algunos al mediodia fué un puro acaso, sin duda porque el sitio tenia esa posición; pero no porque ellos llegaron á penetrar los inconvenientes á que se exponian, si los edificaban al oriente, y mucho peor al septentrion, edificiando en semejante posición un honroso sepulcro á las abejas. El primero que situó los colmenares y hornales al mediodia exprofeso, fué el Capellan de Cabolafuente, á quien debemos este precioso hallazgo, sin el cual experimentariamos muchas pérdidas en este ramo, como las han experimentado, y todavía las experimentan los que tienen sus hornales y colmenares al norte en sitios rasos y poco defendidos de las aires que los maltratan o menoscaban. Este diestro colmenero en los principios de su aplicación á estos maravillosos insectos que estaban situados al oriente, y en poco tiempo observó que se despoblaban sencillamente. Cansado ya de poblar hornos, y no pudiendo conseguir su permanencia, vino en conocimiento de que la causa de semejante ruina provenia indefectiblemente de la falta de sol, que debiéndoles bañar su frontis ó piqueras por doce horas, cuando la estación lo permite, no lo bañaba mas que seis, de modo que al medio dia ya lo rodeba la sombra, y de consiguiente parecian de frio en el invierno. Cerciorado por esta experiencia de la causa de sus desgracias, edificó nuevos hornales al mediodia, los pobló, y consiguió su permanencia, de manera, que desde entónces no se le mueren helados como antes sucecia.