OFERTA LUZ: 5 Cts/kWh

VILLEL DE MESA: VILLEL DE MESA...

VILLEL DE MESA

CRONICA EN EL DIARIO DE NUEVA ACLARRIA, 11 OCTUBRE 2002

EL SACERDOTE DON ENRIQUE HERRANZ MARTINEZ

CUARENTA AÑOS AL SERVICIO DE LAS PARROQUIAS DEL VALLE DEL MESA.

Don Bartolomé Álvaro, según consta en los archivos parroquiales, es el primer sacerdote que la historia ha guardado en los registros de los libros y que figura cómo párroco de la iglesia de la Asunción de Ntra. Señora, en el año 1555. En posteriores le siguieron don Andrés Álvaro (15557.1575), don Juan Alba (1609), don Pedro Sanquino y don Antonio Ribas y Terrer (1766), don Tomás Munóz (1786-1800), don Juan francisco Romero (1809-1811), don Antonio Pardos (1832), don Juan Izquierdo (1838-1853), don Pascual López Tomás (1876), don Pedro Rubio (18822-1893). Conocemos por las crónicas locales que en el siglo XX fué parroco don Joaquin Berlanga, llegando al conocido e inolvidable don Germán Hernando.

Es posible que la cronoligía no sea completa por carecer de los elementos informáticos, que hoy en día disponemos, pero si que sabemos que don ENRIQUE HERRANZ MARTÍNEZ, hace 40 años que está al servicio de sus feligreses de Villel, Algar, Mochales Amayas y Sisamón (Zaragoza). En aquel octubre de 1962, tomaba posesión, por mandato del Obispo de la diócesis de Sigüenza-Guadalajara. En la actualidad sigue ejerciendo su ministerio sacerdotal, habiendo logrado el récord de permanencia en estos pueblos del Valle del Mesa. Ningún sacerdote de los anteriores había permanecido tanto tiempo, bien por razones de edad o por traslados a otras parróquias.

El número 40 es muy significativo por varias razones. En la Historia Sagrada en el Antiguo y Nuevo Testamento, el número 40 nos indica un determinado tiempo transcurrido y en caso que nos ocupa, ha sido un tiempo de plenitud de vida de un sacerdote que ha entregado al servicio de su ministerio sacerdotal, presidiendo la comunidad confiada, no solamente para predicar el Evangelio, sino para vivir día a día con los hijos de los pueblos. Años que le han hecho formar parte como un hijo más aunque no por su nacimiento si por adopción. Cuando el mundo periodístico corresponde hacer resaltar las virtudes personales de una distinguida y honorable persona, a veces faltan páginas para completar toda su vida. Son aquellos casos en que la sociedad gasta ríos de tinta y con grandes colores destacan las fotografías preferidas. Pero no es así en cuanto a la persona que nos estamos refiriendo, pues como corresponde a un ministro de la Iglesia, su virtud ha sido servir y no ser servido. Estar al lado del que le ha necesitado y corresponder con su ofrecimiento para cuanto de él necesitáramos. En el silencio, en oración, guardará todos los recuerdos que la vida le ha proporcionado. Desde sus años en el seminario hasta nuestros días, para don Enrique, la celebración de la Eucaristía ha sido el centro principal de su vida.

Es muy posible que algún feligrés no recuerde esta gran evento, pero otros seguro que antes de que lean las páginas de NUEVA ALCARRIA, ha habrán compartido la alegría y felicitación junto a su párroco. Quienes conocen el descanso merecido, por el premio conseguido por muchos años de trabajo, saben emplear el tiempo en lo más preciado y deseado. Pero hay dedicaciones en la vida que nacieron un día de la llamada del Señor. Una vocción sacerdotal para toda una vida; nuestro párroco sigue atendiendo a sus pueblos, como buen pastor, hasta que el señor Obispo lo crea conveniente, y la salud le acompañe.