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VILLEL DE MESA

La imaginación es la capacidad más fascinante y asombrosa de la inteligencia humana.

Cuando recordamos el pasado y volvemos al lugar de nuestra infancia, vamos recordando aquella gastronomía familiar y especialmente la estacional en estos meses de calor.

Han cambiado por completo, recordando aquellos años 50 del siglo XX, cuando la siega requeria la mano del hombre y los alimentos fuertes reconfortaban sus suerzas para seguir desde la salida del sol hasta el ocaso, para ir segando la cosecha. Ahora, los platos se llenan con otros alimentos más bien livianos y refrescantes. No es ningún secreto que con el calor se necesitan menos calorías y más agua. En realidad, nuestras huertas llenas de hortalizas regadas por río Mesa, hacen que los platos estivales son más digestivos y suaves que los invernales y por supuesto están elaborados con alimentos de temporada. Las bebidas adquieren una gran importancia, las ensaladas fresca de la mata, están más presentes en nuestra mesa. Todo ha ido adquiriendo otros modos de apagar la sed, aquellos vinos de Godojos, Cabolafuente o Sisamón, ahora son vinos de marcas y en muchas ocasiones, con la edad, bebidas refrescantes sin graduación.

Pero si que tenemos que tener en cuenta, que los alimentos durante estos meses nos hacen recordar aquellos platos guisados por nuestros abuelos o nuestros padres, y aunque solamente sea por unos dias volvemos a recobrar aquellos sabores y olores, de las buenas tortillas de patatas o un buen cocido.

En difinitiva, la imaginación es la capacidad más fascinante y asombrosa de la inteligencia humana. Es la que nos permite tener ideas nuevas o recobrar las pasadas. Está presente en casi todo lo que hacemos. Y cuando somos capaces de desenredarla de nuestras neuronas y ponerla a trabajar, somos también capaces de crear, de avanzar, de tirar adelante nuevos proyectos, de resolver problemas, de afrontar nuevos retos. Eso es, de hecho, la creatividad, imaginación aplicada. Y todos compartimos ese don. Que sí, que así sea.