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VILLEL DE MESA: VILLEL DE MESA...

VILLEL DE MESA

LA MALA COMUNICACIÓN ACABÓ CON EL TEJAR DE VILLEL DE MESA

Durante la década de los sesenta fue una gran fuente de ingresos y trabajo.

El tejar de Villel de Mesa funcionó hace poco de medio siglo como la "fabrica" de materiales de construcción de la comarca. Su magnífica ubicación hizo que los trabajadores se acercara a ella para comprar provisiones y levantar distintas edificiaciones. La falta de medios para llevar esos productos al exterior y seguir dando beneficios hizo que cerrara para siempre. Hoy, sus ruinas son el recuerdo de lo que pudo ser y no fue. Estos vestigios hacen recordar a los visitantes y lugareños aquellos años. Es ahora en verano cuando el pueblo se llena de gente que quiere ampliar sus conocimientos sobre él y una buena ocasión para ver el "tejar".

El entorno de nuestros parajes del pueblo de Villel de Mesa está lleno de una gran riqueza que hace posible elaborar los materiales necesarios para la construcción de viviendas gracias a su tierra. Y nos referimos, principalmente, a quellos años 60 y 7O del siglo pasado. Esa época pasada en la que las casas se hacían con materiales y trabajo de la tierra, como suele decir, braceros del pueblo y arcillas, losas y tejas, también del entorno.

Podemos comprobar en las antiguas edificiaciones que todos los materiales empleados fueron los propios de la naturaleza dio, hechos a base de adobes, tapiales y madera. Con ellos se hacía la división de las plantas la cubierta de los tejados, entre otras cosas.

Y para ilustrar esta noticia nos tenenmos que adentrar en la falda de la montaña situada donde se inicia la cordillera con dirección Algar de Mesa, allí donde aún están las grandes canteras de cemento.

Allí se encuentra el antiguo molino, hoy grupo de viviendas de la familia de la Riva, y los retos del antiguo horno y vivienda que fue del último tejero llamado Gaspar, casado con una hija de Algar, junto con dos hijos que fueron creciendo en aquel lugar.

Todo lo que rodea esa zona es de tierra arcillosa que todavía podemos contemplar y que fue la materia prima para amasar y moldear la teja moruna. Gaspar llenaba la explanada de figuras, las cogia con esmero y cuidado y ordenaba en el horno, lleno hasta la corona. Así se iniciaba la cocción del material durante tres días. El fuego de la leña que alimentaba la llama día y noche. En los tejados de los pueblos del entorno aún podemos contemplar aquellas tejas elaboradas en el antiguo tejar de Villel.

Pero el horno un día dejó de funcionar y las tejas dejaron de fabricarse de aquella manera tan artesanal. Fueron muchos los motivos que acabaron con ese trabajo, pero el principal fue la falta de medios de comunicción para el transporte, para poder comercialar a nivel nacional del producto que se hacía en la capital del Vallel del Mesa.

La actividad cesó pero todavía perdura la cantera de tierra arcillosa, como ocurre con la cantera de mármol, cemento, yeso, toba o piedra para la construcción. Los años han pasado y cuántos emigrantes de nuestra tierra hubieran encontrado en este lugar la formación de las familias que fueron creciendo en otros lugares.

Es posible que vuelvan otros aires con otros proyectos mas próximos a los pueblos rurales y evite que los jóvenes, dejando despoblados estos lugares tan maravillosos llenos de paz y felicidad.

En medio de esta nostalgia, ha llegado la alegría a los pueblos del valle con el verano. Grandes mayores regresan al pueblo para acompañar a los que se quedaron allí durante el invierno.

Muchas de las casas se van abriendo y sus ventanales y balcones nos dan un signo de vida en los hogares. El calor es menos duro en estos lugares donde las sombras y casas de antigua construcción guardan entre sus muros el ambiente agradable y fresco.

El pueblo va adquiriendo otro ambiente veraniego. La plaza se ha convertido en centro de reunión para los chiquillos y sus abuelos. Las fuentes y alamedas son buscadas para pasar las largas tardes jugando y charlando. Pero también el bar El Chato y la Asociación de Amigos de villel, que van preparando sus actividades para disfrutar de la compañía de todos los villeleros.

Las pisicinas ya han abierto sus puertas para convertirse también en uno de los centros de reunión del pueblo.

Uno de los mayores atractivos de nuestra ribera son los paseos por los distintos caminos que van bordeando las huertas y en especial al Pozo Galano. Es uno de esos lugares que deja asombrados a los distintos visitantes, su elegancia es desomunal y se perfila como si fuera el inicio de la visita del Monasterio de Piedra. Sus montañas y laderas, serán la ruta de los buenos caminantes que cada mañana recorrerán hasta la mina de cemento, cantera de marmol, la veguilla o el Villar, o contemplando el puente romano desde el puente del molino de arriba.

Y no olvidemos a los cilistas, que marcadas sus rutas van al encuentro de nuevos lugares donde cada día van descubriendo nuevos aires por estos lugares. Aromas de sabinares, espliego y tomillo serán las que perfumaran a la salida del sol las laderas de los caminos donde nos vamos encontrando con los pocos grupos de ganados que van quedando. Sentimos los cencerros y vemos saltar a los corderos que van en busca de su madre. Son otros momentos que sabemos aprovechar en nuestros días de vacaciones, y con especial variño por estas tierras que nos vio nacer.

Y volverán las noches que los jóvenes hacen un espacio distinto al resto de año. Muchos se conocerán por primera vez otros volverán a recordar las historias del verano pasado.

Y mientras unos se diverten, otros seguirarn mimando sus hortalizas en sus huertos y los apicultorres se afarán por hacer la cosecha de verano. Es posible que no pueda conseguir cuanta quisiera llevar, pero si que un recuerdo podrá conservár.

Precisamente, esas abejas que fabrican la miel, buscarán las mejores flores, de almendro, aliaga, espliego, romero, para que en el tejar de Villel-o mejor dicho en sus ruinas-vuelva a exisitir vida puesto se han instalado unas colmenas a orilla de sus maltrechas paredes.

Y con el rocío de la mañana nos acordamos de los caracoles que junto a la caudalosa acequia que riega las tierras pasean lentamente en busca de la frecuera.

Crónica en el diario de Nueva Alcarria, 15 de julio 2011, pág. 30. Pueblo a Pueblo.
Cronista y Corresponsal de Nueva Alcarria. Hermenegildo Pedro Larrad Pérez.