VILLEL DE MESA: VILLEL DE MESA...

VILLEL DE MESA

EL PRIMER ÓRGANO EN EL VALLE DEL MESA, DEL AÑO 1630.

EL SACRISTAN Y LOS MONAGUILLOS.

A los pies de la nave central de la iglesia, en un nivel superior marcado por un arco rebajado, encontramos el coro, donde también se sitúa el órgano. El último sacristán que le hizo sonar, fue D. Andres Berrueco+. El organo está tras una división de media altura y una puerta que en su tiempo, con un aviso <se prohive la entrada>. Juan Antonio Marco Martínez, en las páginas 163-164, dice: "El órgano en la provincia de Guadalajara". Excma Diputación, nos informa sobre el órgano de Villel: "Una amplia caja, muy sencilla tanto en ornamentación como en policromía, acoge una esquelética registración; así es el órgano de Villel. Sus tres campos, preparados para cobijar una Flauta de 13, hubieron de conformarse con 6,1/2; lo mismo su secreto preparado para una docena de juegos solo tiene la mitad y no completos. Los dos fuelles, alimentados por otras dos bombas, se encuentran a su izquierda".

No es mucho lo que podemos decir sobre la parca registración de este órgano. A la izquierda hay 9 agujeros sin corespondecia en el secreto, y 3 tiradores: uno acciona el Bajoncillo, otro el flautado y el tercero los ocho únicos tubos del Violón, que están sobre tablones acanalados. En cuanto a la derecha encontramos 7 vacios y 5 tiradores: uno acciona el Clarín, otro dos puede que se trate de Quincena y Decimonovena. Siete pedales contacdos al teclado y uno más para el Tambor completan la registración.

¿Es resultado de algún robo la esquelética registración de este órgano? Pensamos que no; esta disposición, básica para su funcionamento, quizá sea resultado más bien de dificultades económicas surgidas en la financición de un órgano que iba a ser mayor. No hemos hallado ningún documento que nos aclare la cuestión.

En cuanto al estado de conservación, el normal tras muchos años de abandono. Susceptible, eso sí, de ser restaurado y entrar en funcionamiento". Siguiendo unas notas <archivo Diocesano> tomadas por el mismo autor se puede seguir la vida del órgano de Villel, que fue el primero en el valle del Mesa.

"En 1630 se contrata con el maestro organero Crístobal García, vecino de Pareja, un instrumento que no llegaría a terminar (parece que por fallecimiento del maestro); sería Juan de Rueda, organero de Teruel, quien lo termina cuatro años después con un coste final de "tres mil reales en plata y mil de quartos".

Medio siglo tuvo de vida este primer órgano. Quizá su técnica anticuada hizo que en 1685 se encargara un nuevo instrumento que sustituyera al antiguo; acudieron a Félix de Ciria, que acababa de construir el órgano de Miedes. El coste fue de 7.500 reales.

Parece que el órgano no tenía lengüetería horizontal, puesto que en 1713, se concentró con el zaragozano Ambrosio Molinés, en 840 rales, añadir al instrumento los registros de Clarín y Bajoncillo, lo que debió de darle el típico color de los órganos hispanos."

Casi un siglo después en 1805, se restaura y se amplia el órgano de Villel; la pena es que solo iba a durar cinco años más. En 1810 los franceses, durante la Guerra de la Independencia, arrasaron la iglesia prendiendola fuego. Tras estos desastrosos hechos vuelven a encargar el actual, en el año 1834, al organero Julian Azauara, tal y como indica la inscripción del secreto: <año 1834. Se hizo este órgano siendo cura Dr. D. Juan Izquierdo por el maestro organero D. <Julián Azuera; y mayordomo de la iglesia Vicente Colás Gutiérrez.

EL ÚLTIMO SACRISTÁN, ANDRÉS BERRUECO 1965.

El día 6 de julio 2001, el diario de Nueva Alcarría publicaba el siguiente artículo:

"EN RECUERDO DE ANDRÉS BERRUECO, EL <TÍO SACRISTAN>".

"En esta crónica queremos hoy traer al recuerdo el nombre y la figura del que fue último sacristán de Villel, llamado D. Andrés Berrueco Renales, al que todo el pueblo conocía por el <tío Sacristán>, o el tío Andres <el sacristan>.

Para los que vivimos o nacimos en esta tierra, noy hay mayor homenaje para una persona difunta que hacerla presente, con el mejor recuerdo y una oración. El Sacristán dejo sus servicios por edad, nadie le sustituyó en esta tarea; las campanas de la torre y los campanillos le conociero muy bien.

Pr la mañana, al amanecer hacía el primer toque, le seguía cuando tocaba a misa. A las doce el toque del Ángelus, por la tarde el toque del rosario y por último el llamdo el de la oración. Y en los días festivos, el especial repique de campanas por dos veces consecutivos antes de la Eucristía.

Pero aún hay más toques de campanas, cuando anuncian que ha fallecido un hijo de Villel, ese sonido que entristece, tanto si era de niño o mayor, llamado los clamores. También cuando había un fuego, las campanas tienen un sonido especial. Las campanas de la iglesia de Villel como las de todos los pueblos de Castilla-La Mancha, nos hacen sentir la llamada de algo significativo que su toque representa.

El tío Andrés <el sacristán> tenía una especial cultura musical, y de ello podría hablar, si pudiera, el órgano de la parroquia. Pero el órgano no habla porque está triste y mudo. Cuando el tío Andrés vivía el órgano también vivía porque sus trompetas, sonaban en todas las festividades principales y cada tercer domingo de mes; pero cuando dejó de ser sacristán el órgano dejó de sonar... El tío Andrés cantaba en latín, el mierere, en los funerales y en las misas, rezaba el rosario en ausencia del sacerdote.

A todos nos es conocido el significado de la palabra sacristán; el que en las iglesias ayuda al sacerdote en el servicio del altar y cuida de los ornamentos y de la limpiza y aseo de la iglesia y sacristía. También es una antigua dignidad eclesiástica encargada de la custodia y guarda de los vasos, vestiduras y libros sagrados, y de la vigilancia de todas las dependencias de la sacristía. Aún se consrva hoy en algunas catedrales.

De todo ello, el buen hacer del tío sacristán, nos ha dejado un grato recuerdo sobre todo a cuantos fuimos monaguillos y ahora ya jubilados. De la época de aquellos tiempos hay dos monaguillos que ahora forman parte del clero, Conrado Bueno Berrueco sacerdote Claretiano y, Pedro Larrad Pérez diácono de la Archidiocesis de Barcelona.