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VILLEL DE MESA

UN GRUPO DE URUGUAYOS EN LA ESQUILA

A pesar de que el número de cabezas ha disminuido el esquileo

Han pasado muchos años y la imagen no se ha borrado de aquellos esquiladores de nuestro pueblo de Mochales. Hombres sacrificados y muy trabajadores que en los meses de mayo a junio recorrieron pueblos en busca de trabajo, y siempre bien acogidos por aquellos ganaderos. Hasta el valle del Mesa han llegado ese año un grupo de jóvenes urugayos que han participado en el esquileo del ganado local, antes de muchos, ahora de pocos, pero aún tenemos la suerte que en las cálidas noches de verano se sietan los cencerros y que el pastor acompañe a las estrellas y guarde los ribazos de aquellas siembras por las que no ha pasado la máguina de segar.

Y si hablamos del esquileo no podemos obviar el tesoro de suponía la lana en aquellos tiempos, como materia para confeccionar prendas para vestir. El uso trasformaba en hilo, que se iba formando el ovillo y posteriormente las agujas tejían toda clase de prendas, de pura lana virgen. Los tiempos han cambiado y para ello he tenido que ir en busca de la información que a duras penas tiene comparación, el ayer con el hoy.

La lana siempre ha tenido gran valor y lo demuestra el hecho de que ha sido utilizada como tejido desde Neolítico. La lana está enraizada en la formación de nuestra sociedad hasta el punto que dio origen a uno de los primeros organismos internacionales que todavia hoy conserva su función y sede en Londres: el Secretariado Internacional de la Lana. La tricentenaria institución es una señal de la importancia de la obtención y comercio de esta fibra natural que marcó evoluciones económicas y culturales. Siempre en movimiento, como las ovejas en su trashumancia por la cañadas, en nuestro país y proceso comenzaba en los campos del sur, a donde llegaban en verano los rebaños ovinos. Los esquiladores obtenían el vellón y limpio viajaba a Flandes, donde se ponia precio y tomaba rumbo a los centros textiles. Hoy el viaje ha variado, pero esquilar a las ovejas continúa siendo una obligación: el animal puede morir si no se le libera de su pelambre. Sin embargo, el mercado de las fibras naturales pierde terreno, por lo que se está promoviendo la lana como materia prima para otras funciones alternativas (aislante para paredes, absorbente industrial o parte de herramientas de limpieza. Mientras, los esquiladores conservan su trabajo y lo potencian dando testimonio de un oficio necesario, preciso y milenario.

Desde primeros de abril, antes que llegue el estío, los esquiladores se enfrentan a un trabajo intenso y obligado para la salud de los animales, a los que se ha acostumbrado desde jóvenes a enfrentarse al calor sin la protección de la lana que cubre su cuerpo. Se les pelan los cuartos traseros, la región costillar y la paleta. Es importante que el vellón esté totalmente seco en el momento de la esquila. La lana es capaz de abosber cuarenta veces su volumen, por lo que días antes de la esquila, si es necesario, se encierra al rebaño bajo techo. Un esquilador completa un pelado a mano en cinco minutos.

Cuando el esquilador se ayuda de una máquina, en sólo dos minutos termina la operación. Es necesario ubicar correctamente al animal, para lo que se le traba por las patas o se encaja en un cajón con el propósito de evitar que el esquilador, que apura para lograr el mejor corte, no le hiera. El animal sufre cierto estrés pero necesita desprenderse de su lana. De hecho, las ovejas que llegan a adultas no ponen resistencia a la maniobra del desnudo obligado.

El corte se empieza en el bajo vientre, se pasa a las patas y luego al resto del cuerpo. Aunque este orden puede alterarlo cada pastor. La lana que se encuentra en el estómago es de baja calidad y de poca utilización está deteriorada y erosionada; la más preciada es la barbilla, Con indiferencia de su localizaicón siempre se apura a ras de la piel y se evita hacer un doble corte del mechón que provoca un despunte y reduce la calidad del vellón.

La lana conserva su lugar como producto apreciado. Los tejidos de calidad lucen con orgullo las etiquetas otorgadas por el Servicio Internacional que certifican el uso de Pura Lana Virgen, pero además, se le ha añadido una nueva característica: la eco moda. Corrientes en defensa de las fibras naturales (el algodón, el lino, el cáñamo, la seda...) alegan que con ellas se consigue ropa sostenible y se impulsan las opciones responsables que apoyan la economía local.

Además, se han revelado como un material aplicada a la industria automotriz, a la construcción e incluso a los paneles termoplásticos.
(Nueva Alcarria, 5 de julio 2013, pág. 28 Pueblo a Pueblo)