VILLEL DE MESA
MOLINA SE LEVANTA SEÑORAL SOBRE UNA GRAN COMARCA
Declarada Conjunto Histórico en 1965, Molina de Aragón es una típica ciudad señoral. Cada recoveco de sus calles y cada piedra de su rico patrimonio civil y religioso evocan recuerdos de una intensa historia, marcada por su situción fronteriza.
Comenzamos por su castillo, que corona la silueta de la localidad y dibuja la primera imagen que el visitante se lleva cuando llega por vez primera a Molina. Más bien habría que hablar de conjunto defensivo, compuesto por castillo, murallas y la denominada Torre de Aragón, hoy centro de interpretación, que se alza majestuosa en lo más alto del cerro cual estandarte. El origen de esta gran fortaleza se remonta a los árabes que durante los siglos X y XI, lo construyeron sobre un antiguo castro celtíbero fortificado.
Ya en el casco urbano, vamos encontrándonos cada paso motivos para detenernos y admirar sus arquitectura. En el apartado religioso son diversas las iglesias que se distribuyen a lo largo y ancho del pueblo. Entre ellas destacan la de Santa Clara, la de San Gil y la de San Pedro, junto a dos ermitas: la de la Virgen de la Soledad del siglo XVII y la de Santa Lucía, de los siglos XVII y XVIII. No debemos olvidar el convento de San Francisco, gótico del siglo XIII, fundado por doña Blanca, señora de Molina, para ser enterrada en él. De su construcción original queda poco porque ha sufrido gandes modificaciones, la última en el siglo XVIII. Uno de sus claustros alberga hoy el Museo Comarcal de Molina.
Los edificios civiles que hablan de su pasado señoral son también numerosos, como los palacios o casas nobiliarias del virrey de Manila, el marqués de Villel, los Montesoro, los marqueses de Embid, los Molina, los Arias o los Garcés de Marcilla. La Plaza de España, del siglo XVI, el puente romántico sobre el río Gallo, y el barrio judio y el de la Morería son otros elementos que no dejarán de sorprender al viajero.
En cuanto a sus fiestas, hay que destacar las del Carmen, cuya nota más característica es la procesión conocida popularmente como la de los "cangrejos" por el color rojo de las vestimeenteas mediavales.
A su rico entorno naural, con el Parque Natural del Alto Tajo y todos los tesoros que esconde, hay que sumar la declaración de la comarca como Geoparque, y su inclusión en la red internacional de los que agrupa. Esto, por lo que llevan luchando casi una década, va a suponer un importante impulso ecónomico a través del turismo. De las características del geoparque.
Por otro lado, Molina espera contar muy pronto con el anunciado Parador Nacional de Trustimo, ya en marcha.
(Nueva Alcarria "Fitur", pág. 49, 30 enero 2015)
MOLINA SE LEVANTA SEÑORAL SOBRE UNA GRAN COMARCA
Declarada Conjunto Histórico en 1965, Molina de Aragón es una típica ciudad señoral. Cada recoveco de sus calles y cada piedra de su rico patrimonio civil y religioso evocan recuerdos de una intensa historia, marcada por su situción fronteriza.
Comenzamos por su castillo, que corona la silueta de la localidad y dibuja la primera imagen que el visitante se lleva cuando llega por vez primera a Molina. Más bien habría que hablar de conjunto defensivo, compuesto por castillo, murallas y la denominada Torre de Aragón, hoy centro de interpretación, que se alza majestuosa en lo más alto del cerro cual estandarte. El origen de esta gran fortaleza se remonta a los árabes que durante los siglos X y XI, lo construyeron sobre un antiguo castro celtíbero fortificado.
Ya en el casco urbano, vamos encontrándonos cada paso motivos para detenernos y admirar sus arquitectura. En el apartado religioso son diversas las iglesias que se distribuyen a lo largo y ancho del pueblo. Entre ellas destacan la de Santa Clara, la de San Gil y la de San Pedro, junto a dos ermitas: la de la Virgen de la Soledad del siglo XVII y la de Santa Lucía, de los siglos XVII y XVIII. No debemos olvidar el convento de San Francisco, gótico del siglo XIII, fundado por doña Blanca, señora de Molina, para ser enterrada en él. De su construcción original queda poco porque ha sufrido gandes modificaciones, la última en el siglo XVIII. Uno de sus claustros alberga hoy el Museo Comarcal de Molina.
Los edificios civiles que hablan de su pasado señoral son también numerosos, como los palacios o casas nobiliarias del virrey de Manila, el marqués de Villel, los Montesoro, los marqueses de Embid, los Molina, los Arias o los Garcés de Marcilla. La Plaza de España, del siglo XVI, el puente romántico sobre el río Gallo, y el barrio judio y el de la Morería son otros elementos que no dejarán de sorprender al viajero.
En cuanto a sus fiestas, hay que destacar las del Carmen, cuya nota más característica es la procesión conocida popularmente como la de los "cangrejos" por el color rojo de las vestimeenteas mediavales.
A su rico entorno naural, con el Parque Natural del Alto Tajo y todos los tesoros que esconde, hay que sumar la declaración de la comarca como Geoparque, y su inclusión en la red internacional de los que agrupa. Esto, por lo que llevan luchando casi una década, va a suponer un importante impulso ecónomico a través del turismo. De las características del geoparque.
Por otro lado, Molina espera contar muy pronto con el anunciado Parador Nacional de Trustimo, ya en marcha.
(Nueva Alcarria "Fitur", pág. 49, 30 enero 2015)