VILLEL DE MESA
CRÓNICA EN EL DIRIO DEL NUEVA ALCARRIA, viernes 10 de enero 2003.
LAS HISTÓRICAS CALERAS DE LA LOCALIDAD.
Durante el siglo XIX y anteriores, y hasta los años 50 y 60, del siglo XX, nuestro pueblo tenía sus propias caleras.
En repetidas ocaciones durante el año, se montaban los hornos, con persanal especializado que los construían piedra sobre piedra, cerrando al final con una sola que se le llamaba la "corona" o "clave". El fuego era el artífice de convertir la piedra caliza en auténtica materia hasta llegar a su uso. En aquellas caleras, que día y noche había que alimentarlas para que la llama no se apagara, al transcurrir 5 días, la piedra caliza se habían convertido en un producto para comercializarlo.
Su distribución se hacía con carros tapados, de pueblo en pueblo, vendiendo kilos de piedras; hasta terminar toda la mercancia, habían pasado 5 y 6 días y con las pesetas conseguidas, se volvía al pueblo con oros productos de la alimentación, que eran necesarios en la familia.
La cal, que tanto se empleó en los siglos XVII al XX, no solamente en la construcción mezaclada con otros materiales. En el blanqueo del interior de las casas, las fechadas y muy especialmente en los templos de las iglesias, como medio para evitar las infecciones que tantas muertes ocasionaron, con el contagio del cólera, etc.
Aquella cal "viva", que admitía cantidad de agua hasta que hervía, con el riesgo del peligro al contacto con la persona. Se hacían pozos, protegiéndolos para que los niños, no corrieran el riesgo de caer en ellos. Otros en grandes bidones.
En nuestro pueblo, se pueden visitar tres lugares que conservan el recuerdo de las caleras. Dos, camino al cementerio y otra en el Valondillo.
Manolo Martínez conoce bien este duro trabajo; cuenta que a sus 7 años se quedaba por las noches, a alimentar las caleras.
Otros tiempos, otras formas de vida, hoy el niño, estudia y también puede conocer la historía de aquellos que no pudieron disfrutar de sus porpios derechos y que hoy se pueden defender.
CRÓNICA EN EL DIRIO DEL NUEVA ALCARRIA, viernes 10 de enero 2003.
LAS HISTÓRICAS CALERAS DE LA LOCALIDAD.
Durante el siglo XIX y anteriores, y hasta los años 50 y 60, del siglo XX, nuestro pueblo tenía sus propias caleras.
En repetidas ocaciones durante el año, se montaban los hornos, con persanal especializado que los construían piedra sobre piedra, cerrando al final con una sola que se le llamaba la "corona" o "clave". El fuego era el artífice de convertir la piedra caliza en auténtica materia hasta llegar a su uso. En aquellas caleras, que día y noche había que alimentarlas para que la llama no se apagara, al transcurrir 5 días, la piedra caliza se habían convertido en un producto para comercializarlo.
Su distribución se hacía con carros tapados, de pueblo en pueblo, vendiendo kilos de piedras; hasta terminar toda la mercancia, habían pasado 5 y 6 días y con las pesetas conseguidas, se volvía al pueblo con oros productos de la alimentación, que eran necesarios en la familia.
La cal, que tanto se empleó en los siglos XVII al XX, no solamente en la construcción mezaclada con otros materiales. En el blanqueo del interior de las casas, las fechadas y muy especialmente en los templos de las iglesias, como medio para evitar las infecciones que tantas muertes ocasionaron, con el contagio del cólera, etc.
Aquella cal "viva", que admitía cantidad de agua hasta que hervía, con el riesgo del peligro al contacto con la persona. Se hacían pozos, protegiéndolos para que los niños, no corrieran el riesgo de caer en ellos. Otros en grandes bidones.
En nuestro pueblo, se pueden visitar tres lugares que conservan el recuerdo de las caleras. Dos, camino al cementerio y otra en el Valondillo.
Manolo Martínez conoce bien este duro trabajo; cuenta que a sus 7 años se quedaba por las noches, a alimentar las caleras.
Otros tiempos, otras formas de vida, hoy el niño, estudia y también puede conocer la historía de aquellos que no pudieron disfrutar de sus porpios derechos y que hoy se pueden defender.