VILLEL DE MESA
CRÓNICA EN EL DIARIO DE NUEVA ALCARRIA, 6 de enero de 2006 pág. 27. y 20 de enero de 2006. pág. 30.
LA MATANZA DEL MESA SÓLO UN RECUERDO
UNA TRADICIÓN QUE SE REPETÍA TODOS LOS INVIERNOS, YA PERPETUADA EN MUCHOS PUEBLOS, EN ESE VALLE FORMA PARTE DEL PASADO.
Las cortes, que incluso se había ubicado en la propia casa y mucho más genralizados estaban en sus porximidades y en el mismo casco urbano y siguiendo actualmente las normas establecidas por Sanidad, ya no quedan cerdos y las cortes están vacías. En tiempos pasados se esperaba el invierno para celebrar un día de fiesta que consistía en sacrificar, al que durante todo el año se había mantenido. Era el día de la matanza que muchos pueblos ya han celebrado.
Hoy todo son recuerdos. Al mismo tiempo es un repaso a la historia, tradiciones, un manjar que se ha servido en la mesa o en meriendas suculentas acompañadas del buen jamón, chorizos, morcillas...
Recuerdo aquellas mañanas de inviernos, cuando las aliagas abrian el fuego. Al mismo tiempo los madrugadores inciaban el día de fiesta con unas copas de anís, vino dulce y el que lo deseaba con un buen trago del porrón para remojar algún dulce.
La sorpresa que nos esperaba durante esa mañana era la visita del veterinario para analizar unas muestras que tomaba del sacrificado. Todo ello una vez que la familia ya había degustado aquellas mollejas que en la sarten habían saltedo.
El día continuaba con la gran fiesta. Todavía recuerdo las últimas matanzas a las que asistí en casa de Enrique Turrubiano y Purita Hernández. Los tiempos han cambiado, pero la carne de cerdo sigue siendo consumida.
Dice un cantar: "Hubo seis cosas en la boda de mi pueblo, cerdo y cochino, puerco y marrano guarro y lechón".
He aquí seis maneras de nombrar al mismo animal. Llamémosle como más nos guste, pero tengamos claro que, en nuestra cultura occidental, sin el cerdo no hay tocino, y sin éste, ¡adiós cocina!. Sin este animal del que se comen todas partes, no hay tampoco jamón ni salchichas, ni chorizos, ni salchichón ni morcilla, ni codillo, ni, por consiguiente, chacinería ni los buenos platos servidos de patas de cerdo. Así de categórico es Ángel Muro en su diccionario, lleno de datos históricos sobre vivencias compartidas entre el hombre y el animal.
En 1867 un coinero real, Castro y Serrano, escribó para "La mesa moderna", un estudio sobre el cerdo que, aparte de ser una joya literaría, no tiene desperdicio. Citando textualmente lo que escribió sobre la matanza, lo narra con toda crudeza, ya que la matanza de hoy, no por ser más sofisticada, resulta menos cruel.
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COMER CERDO, DE COSTUMBRE HIGIÉNICA A PRECEPTO RELIGIOSO.
Nos llegan momentos anecdóticos que sorprende hasta son motivos de atracción o desagrado, respecto a las personas que los experimentan. Y hablando de la matanza del cerdo al desconocedor le extraña como los musulmanes o judíos no tomar carne de este animal. De igual manera resulta incomprensible el comportamiento del anciano Eleazar al leer el pasaje del II Libro de los Macabeos (6,18). Aquel buen hombre se negaba hasta llegar a morir, a comer carne de cerdo. "Eleazar uno de los escribas princiaples de edad provecta y aspecto venerable era forzado a abrir la boca y comer carne de cerdo". ¿Qué tiene que ver este mamífero con una norma mosaica?., no hay respuesta. La palabra "cerdo" aparece en la Biblia en 21 ocasiones.
En un principio se le nombra al legislar acerca de la inhabilitación para el consumo y las ofrendas, más tarde en el pasaje citado de la epopeya macabeica y finalmente en los Evangelios. Todos recordamos cuando éramos pequeños cuando se nos prohibían cosas que no éramos capaces de enterder. Se trataba de nuestros padres, abuelos y los más próximos a la familia que nos podían perjudicar y nuestra experiencia no nos permitía conocer.
El precepto se convertía en norma noral y si no lo cumplíamos, nos sentíamos culpables de desobediencia.. Algo sí, seguramente, se podría decir del origen de la prohibición de la tenencia y alimentación humana, con carne del animal que entretien estas divagaciones.
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CRÓNICA EN EL DIARIO DE NUEVA ALCARRIA, 6 de enero de 2006 pág. 27. y 20 de enero de 2006. pág. 30.
LA MATANZA DEL MESA SÓLO UN RECUERDO
UNA TRADICIÓN QUE SE REPETÍA TODOS LOS INVIERNOS, YA PERPETUADA EN MUCHOS PUEBLOS, EN ESE VALLE FORMA PARTE DEL PASADO.
Las cortes, que incluso se había ubicado en la propia casa y mucho más genralizados estaban en sus porximidades y en el mismo casco urbano y siguiendo actualmente las normas establecidas por Sanidad, ya no quedan cerdos y las cortes están vacías. En tiempos pasados se esperaba el invierno para celebrar un día de fiesta que consistía en sacrificar, al que durante todo el año se había mantenido. Era el día de la matanza que muchos pueblos ya han celebrado.
Hoy todo son recuerdos. Al mismo tiempo es un repaso a la historia, tradiciones, un manjar que se ha servido en la mesa o en meriendas suculentas acompañadas del buen jamón, chorizos, morcillas...
Recuerdo aquellas mañanas de inviernos, cuando las aliagas abrian el fuego. Al mismo tiempo los madrugadores inciaban el día de fiesta con unas copas de anís, vino dulce y el que lo deseaba con un buen trago del porrón para remojar algún dulce.
La sorpresa que nos esperaba durante esa mañana era la visita del veterinario para analizar unas muestras que tomaba del sacrificado. Todo ello una vez que la familia ya había degustado aquellas mollejas que en la sarten habían saltedo.
El día continuaba con la gran fiesta. Todavía recuerdo las últimas matanzas a las que asistí en casa de Enrique Turrubiano y Purita Hernández. Los tiempos han cambiado, pero la carne de cerdo sigue siendo consumida.
Dice un cantar: "Hubo seis cosas en la boda de mi pueblo, cerdo y cochino, puerco y marrano guarro y lechón".
He aquí seis maneras de nombrar al mismo animal. Llamémosle como más nos guste, pero tengamos claro que, en nuestra cultura occidental, sin el cerdo no hay tocino, y sin éste, ¡adiós cocina!. Sin este animal del que se comen todas partes, no hay tampoco jamón ni salchichas, ni chorizos, ni salchichón ni morcilla, ni codillo, ni, por consiguiente, chacinería ni los buenos platos servidos de patas de cerdo. Así de categórico es Ángel Muro en su diccionario, lleno de datos históricos sobre vivencias compartidas entre el hombre y el animal.
En 1867 un coinero real, Castro y Serrano, escribó para "La mesa moderna", un estudio sobre el cerdo que, aparte de ser una joya literaría, no tiene desperdicio. Citando textualmente lo que escribió sobre la matanza, lo narra con toda crudeza, ya que la matanza de hoy, no por ser más sofisticada, resulta menos cruel.
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COMER CERDO, DE COSTUMBRE HIGIÉNICA A PRECEPTO RELIGIOSO.
Nos llegan momentos anecdóticos que sorprende hasta son motivos de atracción o desagrado, respecto a las personas que los experimentan. Y hablando de la matanza del cerdo al desconocedor le extraña como los musulmanes o judíos no tomar carne de este animal. De igual manera resulta incomprensible el comportamiento del anciano Eleazar al leer el pasaje del II Libro de los Macabeos (6,18). Aquel buen hombre se negaba hasta llegar a morir, a comer carne de cerdo. "Eleazar uno de los escribas princiaples de edad provecta y aspecto venerable era forzado a abrir la boca y comer carne de cerdo". ¿Qué tiene que ver este mamífero con una norma mosaica?., no hay respuesta. La palabra "cerdo" aparece en la Biblia en 21 ocasiones.
En un principio se le nombra al legislar acerca de la inhabilitación para el consumo y las ofrendas, más tarde en el pasaje citado de la epopeya macabeica y finalmente en los Evangelios. Todos recordamos cuando éramos pequeños cuando se nos prohibían cosas que no éramos capaces de enterder. Se trataba de nuestros padres, abuelos y los más próximos a la familia que nos podían perjudicar y nuestra experiencia no nos permitía conocer.
El precepto se convertía en norma noral y si no lo cumplíamos, nos sentíamos culpables de desobediencia.. Algo sí, seguramente, se podría decir del origen de la prohibición de la tenencia y alimentación humana, con carne del animal que entretien estas divagaciones.
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