VILLEL DE MESA
CRÓNOCA EN EL DIARIO DE NUEVA ALCARRIA, viernes, 26 de nero de 2001.
ADOLFO GARCÍA UN "MISIONERO" RURAL ENTREGADO A VISITAR Y CUIDAR A LOS ENFERMOS.
Es corriente en nuestra convivencia cotidiana comentar el buen hacer de las personas, pero no es fácil seguir su ejemplo pues solo las personas que sienten y viven lo que hacen, lo pueden realizar.
En Villel de Mesa como en todos los pueblos de Castilla-La Mancha se dice que "no es lo mismo predicar que dar trigo" a la que cabe añadir la frase bíblica" "por vuestras obras os conocerán".
Todos conocemos en Villel a un buen hombre, Adolfo García Berrueco, el verdadero mmisionero rural que emplea su tiempo libre en visitar y acompañar a los enfermos.
Así, en silencio porque los humildes y sencillos de corazón hacen las cosas grandes, se dirige cada tarde a casa de su amigo Andrés, que ha cumplido 95 años. Igualmene lo había hecho con Juan Manuel, hasta su defunción.
Hablar con Adolfo es gratificante, sus cilencios están marcados con una mirada que comunica paz y su sonrisa es especial y carismática.
Soltero de toda la vida, octagenario, de carácter amable y tranquilo, ha trabajado siempre en el campo y como pastor. Su vocación nos hace pensar que depender de los otros no siempre no es agrabale.
Parece preferible obtenerlo todo de nosostros mismos, pero a la orden de las relaciones humanas pertenece el necesitar los unos de los otros y, más todavía, el poder confiar los unos den los otros.
CRÓNOCA EN EL DIARIO DE NUEVA ALCARRIA, viernes, 26 de nero de 2001.
ADOLFO GARCÍA UN "MISIONERO" RURAL ENTREGADO A VISITAR Y CUIDAR A LOS ENFERMOS.
Es corriente en nuestra convivencia cotidiana comentar el buen hacer de las personas, pero no es fácil seguir su ejemplo pues solo las personas que sienten y viven lo que hacen, lo pueden realizar.
En Villel de Mesa como en todos los pueblos de Castilla-La Mancha se dice que "no es lo mismo predicar que dar trigo" a la que cabe añadir la frase bíblica" "por vuestras obras os conocerán".
Todos conocemos en Villel a un buen hombre, Adolfo García Berrueco, el verdadero mmisionero rural que emplea su tiempo libre en visitar y acompañar a los enfermos.
Así, en silencio porque los humildes y sencillos de corazón hacen las cosas grandes, se dirige cada tarde a casa de su amigo Andrés, que ha cumplido 95 años. Igualmene lo había hecho con Juan Manuel, hasta su defunción.
Hablar con Adolfo es gratificante, sus cilencios están marcados con una mirada que comunica paz y su sonrisa es especial y carismática.
Soltero de toda la vida, octagenario, de carácter amable y tranquilo, ha trabajado siempre en el campo y como pastor. Su vocación nos hace pensar que depender de los otros no siempre no es agrabale.
Parece preferible obtenerlo todo de nosostros mismos, pero a la orden de las relaciones humanas pertenece el necesitar los unos de los otros y, más todavía, el poder confiar los unos den los otros.