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Tradiciones segovianas

EL CONVENTO DE LA VICTORIA
En lo que fué palacio de Dª Mencía del Aguila, allá en los dias de Alfonso XI, se estableció andando el tiempo (7 de Abril de 1592) la Comunidad de religiosos de San Francisco de Paula, conocidos vulgarmente con el nombre de Padres
Misioneros de la Victoria, y de ellos tomó la denominación de calle de la Victoria, la que contaba entre sus casas la que había sido residencia de aquella ilustre dama, que por su decisiva intervención en las enconadas luchas entre los bandos que dividieron la ciudad del Eresma durante la minoría del XI de los Alfonsos, se la podía llamar Dª Mencía la Brava.
Los Padres Misioneros tuvieron su convento en aquella señorial morada, hasta que la exclaustración dió al traste son las Ordenes religiosas el año 1837, y buscando nuevo destino al edificio se acondicionó para teatro la que había sido iglesia de la Victoria, con tan poca fortuna en la adaptación como en otras poblaciones, donde por obra y gracia de la mudanza de los tiempos se vio, con gran escándalo de las personas piadosas, convertirse en templos de Talia, las que habían sido casas de devoción y recogimiento.
Cuentan los que vivían en Segovia, allá por los años 1840 al 1844 (el teatro se inauguró el 7 de abril de 1844), y como me lo contaron os lo cuento, que estaban varios albañiles subidos en un andamio, tratando de desmontar una santa imagen de piedra que se hallaba colocada sobre la puerta de entrada de la iglesia del Convento de la Victoria, sin que consiguieran asegurarla bien para bajarla de su pedestal sin que sufriera deterioro, cuando un clérigo que pasaba por la calle de la Victoria en aquel momento, al observar los miramientos que guardaban con la imagen, les dijo: Ea, muchachos, echadla una soga al cuello y tirad desde abajo, que ella caerá por su peso.

Atónitos quedaron los albañiles al escucharle; pero fue mayor su asombro cuando a los pocos días vieron que al pasar el mismo sacerdote por enfrente de la puerta donde estuvo colocada la imagen cayó al suelo de repente como herido por un rayo para no levantarse mas, y los que supieron su fallecimiento lo atribuyeron a castigo del Cielo, por haber aconsejado a los operarios de las obras del nuevo teatro que tratasen con tan poco respeto a la santa efigie que se veneraba sobre la puerta del templo del que había sido convento de los Padres Misioneros de la Victoria.