Rafa Nadal ha vuelto a demostrar que es de otro planeta. El manacorense cumplió las expectativas que le señalaban como ganador del US Open tras las eliminaciones tempranas de Djokovic y Federer y, en un partido épico, dramático, que tuvo de todo y que acabó inesperadamente en el quinto set, superó a un excelso Daniil Medvédev (7-5 6-3 5-7 4-6 6-4) para conseguir su cuarto US Open y 19º Grand Slam de su carrera. El encuentro fue histérico en todo su significado. No fue el mejor partido de tenis del año en las dos primeras mangas, pero sí espectacular e intenso a partir la tercera. Todo fue de menos a más, apoyado por el ruso, que elevó su nivel hasta cotas insospechadas, rozando la sorpresa y ayudando a brindar un espectáculo que tardará en olvidarse en la Arthur Ashe.
Empezó muy frío Rafael Nadal, con una derecha que no carburaba y un primer saque completamente atascado desde el calentamiento. Su porcentaje de primeros servicios no llegaba al 40% en la primera manga y se reflejó en el resultado: bolas de break en sus dos primeros saques y una ruptura a favor tempranera para Medvédev. El problema para el ruso es que en la primera parte del encuentro no supo aprovechar las debilidades del rival ni dominar los intercambios desde el fondo de la pista.
A ello contribuyó, una vez más, la maestría de Nadal para buscar el punto débil del rival. Al igual que ocurrió en su enfrentamiento previo en Canadá, el español sabía dónde hacer daño sin necesidad de encontrar ganadores: reveses cortados bajos hacia el ruso, que con su 1.98 multiplicó sus errores no forzados, entregó su ventaja en la primera manga y confió todas sus probabilidades en su primer saque. No fue suficiente. La derecha de Nadal apareció cuando más lo necesitaba (6-5 a favor, dos golpes estratosféricos) y, unida a su efectividad en la red, volcó el set a su favor.
Medvédev tuvo la oportunidad de cambiar pronto el rumbo del partido en la segunda manga. No se vino abajo y tuvo bola de break, pero Nadal no cedió y se mantuvo serio. Su inteligencia volvió a relucir en el sexto juego cuando, con 3-2 y 15-30 a su favor, el manacorense dio una master class de cambio de alturas y efectos para destruir a su rival: defender con el revés cortado, recuperar la iniciativa con el revés liftado altísimo, atacar con la derecha paralela, repetir con la cruzada y ganar el punto. El ruso no pudo neutralizar las bolas de break y ahí se le fue, también, el segundo set.
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