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China es el país de los contrastes. El país en el que hay 80 millones de pobres y 53 millones de ricos, el país en el que construyen los mayores rascacielos pero donde la mitad de la población vive en zonas rurales. El país donde echan de menos a Mao Zedong y en el que no quieren oír su nombre.
En el 120 aniversario del nacimiento del fundador de la china moderna, la población del gigante asiático está divida entre los que están a favor de la políticas aperturistas de Xi Jinping y quienes echan de menos la China comunista. Tras tres décadas de reformas orientadas al mercado, la veneración a Mao se ha convertido en el instrumento para denunciar que se hay ido demasiado lejos.
Desigualdades sociales una amplia brecha entre ricos y pobres y una corrupción generalizada son las denuncias de quienes cuestionan el actual liderazgo de Xi y sus políticas orientadas al mercado. China ha pasado de tener un corazón comunista a una mente capitalista.
En el 120 aniversario del nacimiento del fundador de la china moderna, la población del gigante asiático está divida entre los que están a favor de la políticas aperturistas de Xi Jinping y quienes echan de menos la China comunista. Tras tres décadas de reformas orientadas al mercado, la veneración a Mao se ha convertido en el instrumento para denunciar que se hay ido demasiado lejos.
Desigualdades sociales una amplia brecha entre ricos y pobres y una corrupción generalizada son las denuncias de quienes cuestionan el actual liderazgo de Xi y sus políticas orientadas al mercado. China ha pasado de tener un corazón comunista a una mente capitalista.