Fray Leopoldo de Alpandeire nació el 24 de junio de 1864 en Alpandeire, Málaga y falleció el 9 de febrero de 1956, Granada, fraile capuchino, declarado beato por la Iglesia Católica el 12 de septiembre de 2010. Muy milagroso y con muchos devotos en toda España y fuera de ella.
Su vida estuvo entregada a los demás y a la piedad, gran parte de su vida fue de fraile limosnero por las calles de la Alhambra, de generosidad eterna hacia los necesitados y buenos consejos y comprensión.
Su féretro descansa en el convento de los Padres Capuchinos y a él se le atribuyen muchos milagros y curaciones imposibles para la medicina. Con sólo tres “Ave María” y mucha fe, la influencia de fray Leopoldo puede obrar el prodigio.
Cuenta la leyenda que en el momento de su muerte sonó el teléfono, un padre capuchino descolgó y al otro lado del hilo telefónico escuchó: “ ¿Acaba de morir el fraile limosnero, no?”, el sacerdote respondió afirmativamente “si, cierto, pero ¿cómo ha podido usted enterarse, si tan sólo hace dos minutos que expiró y ni siquiera aquí algunos todavía lo saben?”.
El interlocutor respondió: “Mire usted, señor, cuando mi hija tenía siete años, rogué a fray Leopoldo que viniese a visitarla pus ella no podía hablar. Él vino y, tras verla, rezamos las tres avermarías junto a ella, y el santo me dijo: “Esta niña hablará el día que yo me calle del todo”, y… la niña acaba de comenzar a hablar como si toda su vida lo hubiera estado haciendo”. Tras escuchar esto el sacerdote dijo: “Pues sí, fray Leopoldo acaba de morir…”
Su vida estuvo entregada a los demás y a la piedad, gran parte de su vida fue de fraile limosnero por las calles de la Alhambra, de generosidad eterna hacia los necesitados y buenos consejos y comprensión.
Su féretro descansa en el convento de los Padres Capuchinos y a él se le atribuyen muchos milagros y curaciones imposibles para la medicina. Con sólo tres “Ave María” y mucha fe, la influencia de fray Leopoldo puede obrar el prodigio.
Cuenta la leyenda que en el momento de su muerte sonó el teléfono, un padre capuchino descolgó y al otro lado del hilo telefónico escuchó: “ ¿Acaba de morir el fraile limosnero, no?”, el sacerdote respondió afirmativamente “si, cierto, pero ¿cómo ha podido usted enterarse, si tan sólo hace dos minutos que expiró y ni siquiera aquí algunos todavía lo saben?”.
El interlocutor respondió: “Mire usted, señor, cuando mi hija tenía siete años, rogué a fray Leopoldo que viniese a visitarla pus ella no podía hablar. Él vino y, tras verla, rezamos las tres avermarías junto a ella, y el santo me dijo: “Esta niña hablará el día que yo me calle del todo”, y… la niña acaba de comenzar a hablar como si toda su vida lo hubiera estado haciendo”. Tras escuchar esto el sacerdote dijo: “Pues sí, fray Leopoldo acaba de morir…”