LOS ARDUOS DEBERES DEL AMOR
Una nuca
que nunca termina
y allí se remansa
en el ámbar tibio
con que los sentimientos
estremecen la piel
y desatan
la irreprimible
necesidad de ternura
tan silenciada
por el orín de los días.
Remolino de carbón
al rojo vivo
que llena la atmósfera íntegra
y absorbe todo el oxígeno
con que nuestros ávidos pulmones
apenas si subsisten
en el loco ahogo de un beso sin fin.
Así prosigue
este feliz combate
iniciado
bajo los frondosos ramajes del paraíso
Una nuca
que nunca termina
y allí se remansa
en el ámbar tibio
con que los sentimientos
estremecen la piel
y desatan
la irreprimible
necesidad de ternura
tan silenciada
por el orín de los días.
Remolino de carbón
al rojo vivo
que llena la atmósfera íntegra
y absorbe todo el oxígeno
con que nuestros ávidos pulmones
apenas si subsisten
en el loco ahogo de un beso sin fin.
Así prosigue
este feliz combate
iniciado
bajo los frondosos ramajes del paraíso