Quisiera saludar al alcalde que siempre se ha ocupado sin descanso del bienestar de los/las jóvenes y de los/las niños de este pueblo acudiendo a sus casas para darles todo su cariño cuando sus padres se encontraban trabajando en el campo. Con qué afecto recibía a las amiguitas de su hija mayor cuando iban a buscarla a su casa y las sentaba en sus rodillas. Por no hablar de su generosidad durante años llevando en su coche a una de estas amiguitas para que acudise al instituto de Sepúlveda. Seguramente ella tampoco lo olvidará. Me gustaría que tuviera ocasión de leer esto y que recordara esos momentos tan llenos de ternura y amor paternal.
Espero que el día que nos abandone, Dios se lo tenga en cuenta, porque personas como él, hay pocas.
Espero que el día que nos abandone, Dios se lo tenga en cuenta, porque personas como él, hay pocas.