La autovía que un día cruzaba su casco urbano y cuyo peligro motivó que la iglesia estuviese cerrada al culto durante treinta años tras el mortal atropello de una persona, también ha dado la vida al pueblo que ahora ve cómo los vehículos pasan cerca, pero más alejados de sus casas. Su ubicación junto a una vía de gran densidad de tráfico ha alentado la creación de empresas, sobre todo relacionadas con el sector servicios, que generan unos ochenta puestos de trabajo, más que la mano de obra disponible en el pueblo. «El 80% de los que trabajan en las fábricas son de fuera porque aquí no hay», advierte el alcalde, Ricardo Díez Pascual.