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ENCINAS: Hola a todos. Soy Ángela, nieta de Teófila Izquierdo,...

No nací en este pueblo, cuando faltaban dos meses, mis padres se trasladaron a Málaga, donde vine al mundo. Mi padre D. Francisco Cerbán Soto, ejerció de Maestro Nacional en dicho pueblo durante 10 años, en 1927, fue destinado a Málaga. Mi madre doña Marìa Gil Delgado vivió con él allí. Yo considero a Encinas como "mi pueblo"

Mis padres nacieron ambos en Encinas en 1904 y muchas veces me contaron que el maestro andalúz que llegó a Encinas cuando ellos eran jóvenes, revitalizó la vida cultural del pueblo y en esos años se representaron al menos dos "comedias": La una se llamaba "Rosa de Madrid" de Luis Fernandez Aldavín. En estas comedias se hicieron novios los protagonistas que eran mis padres, y la otra "De balcón a balcón" en la que trabajaba mi tía Teófila.

Mi abuela, Castora Izquierdo Provencio, contaba que un día se puso a nevar y el profesor andaluz salió con cara de niño a ver caer la nieve.

Al día siguiente, no fue a la escuela; al ir a buscarle a su casa su mujer decía con acento andaluz 'Esta hecho un cuatro en la cama y no hay quien lo mueva'. No sé cuánto le duró la tiritona.

También recitaba las comedias mencionadas de pe a pa sin posibilidad de pararla en cuanto tenía oportunidad...

Hola a todos. Soy Ángela, nieta de Teófila Izquierdo, la que trabajaba en las obras de teatro.
Os cuento dos anécdotas sobre el maestro andaluz que le oí contar a mi abuela un montón de veces. El señor maestro debía tener un acento muy cerrado que les llamaba mucho la atención a sus alumnos, entre ellos mi abuela. El caso es que les decía "sordado se escribe con ele".
También contaba que todas las mañanas al empezar las clases repetían maestro y alumnos una especie de retahíla:
- ¿Cómo estáaaa señor maestro?
- Bien
- Nos alegramos muuuucho
- ¿y su familias cómo está"
- Bien
- ¡Nos alegramos muuuuucho!
Pero un día ante la pregunta sobre la familia, el maestro contestó que su mujer estaba enferma, a lo que los niños también repondieron ¡"Nos alegramos muuuucho"!
Lo mejor de todo es que mi abuela casi no podía terminar de contar la historia, de la risa que le daba.
La abuela siempre recordó (lo que es la memoria) cantares (los llamaba ella) y fábulas completas (la cigarra y la hormiga, la zorra y las uvas...) y las recitaba sin olvidar ni una coma. SEguramente fue este maestro quien se las enseñó.
Bueno, si me acuerdo de más cosas, os las cuento.
Un abrazo. Ángela Lafuente