Cuando se recogían los pizarrines aún no existía la carretera asfaltada por cierto, fue una pena que cortasen todos aquellos chopos que adornaban sus orillas desde el pueblo hasta el molino y que tanta sombra y placer proporcionaban al placer del paseo de domingos... Proporcionando un arco precioso de sombras ayudando a los cansados labradores a llevar un poco más ligera su pesada carga... ¡era necesario! ¡y la que se lio!...