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ESTEBANVELA: En aquel campo había un valle, en el valle un prado,...

En aquel campo había un valle, en el valle un prado, y en el prado se erguía todavía joven un peral. Pero pasaron los años y el árbol se encorvó, se agrietó, y se secó. Parece que lo estoy viendo justo delante mi. Resulta que un día inclemente, cubierto el cielo de nubes negras, vino a ser de mal augurio y peores hechos. Las fuerzas de Natura mascullaban su fin. Y el viento aullaba como lobo entre las ramas del pobre árbol. La amenazante tormenta se desató por fin con furia. Sin embargo, en verano, allí sobre el césped solía ponerse a la sombra el perro del pastor. Hubo una vez, cuando el peral estaba lozano y hermoso, en que le cayó encima una pera. Lo que menos se ocurrió a perro fue pensar en la ley de la gravedad. él estaba para cuidar al rebaño no para pensar. Cuando miramos con mirada retroactiva a aquellos antiguos tiempo de la alta edad media, en que los árboles frutales de nuestro pueblo colonizaban todos los valles, como hacen hoy los chopos aprovechándose del abandono, resulta que vemos cosas de esta guisa. ¡Los espejos de la imaginación tienen poderes maravillosos! Ahora, los chopos siempre están halagando al río, y se ponen firmes al paso de las aguas. A mi me da no sé que en el estómago cuando veo esa actitud. Mas lo que yo quiero en este momento es agradecer al viejo peral, los frutos que dio, y el nombre que prestó al valle, y la vida suya que ofreció al pueblo de Estebanvela. Precisamente hoy, en ese mismo lugar, me he sentando recostando la espalda en otro chopo, leyendo un libro y pasando la mano por el lobo a mi perro amigable que no cesa ahora de leer el paisaje. Se ve que el pobre animal encuentra alivio para su cerebro y sus ojos vivos, mientras jalea a mi lado. No he podido por menos de distraerme y quedarme mirándolo un rato. Está triste. Seguro que percibe que los árboles, los perros y los enterradores, se convertirán en polvo. Le vuelvo a pasar la mano por encima y se sosiega. Al fin yo reanudo la lectura de unos verso de A. Machado, justamente en este hospitalario Vellejoperal.