Hoy he visto correr crecidos y abundantes los tres pequeños ríos de este pueblo nuestro. Y sin embargo, es clara la carencia que fluye en ellos. Como que les falta la alegría de la gente que se fue. Por otra parte, en la calle desértica, sí, esa de la foto, alguien perdió su historia y después vendrá con el cuento. Hace tiempo la tía María, conducía, por la misma calle, los pavos, hacia su huerta del río Cobo. Iban orgullosos con sus crestas levantadas, con sones trompeteros en el pico tieso, con los bofes bailones, rojos, relajados. Pero son tiempos de crestas decaídas, sin fiesta en la floresta. No había bípedos implumes para mirar con expresión extraviada. Sólo saltaba en la calle el de Ribota. Y el Joto podía bailar la jota arandina. “Por el puene de Aranda se tiró el tío Julián, se tiró el tío Julián pero no se mato...” Pero a pesar de todo mañana volverá a salir un sol primaveral.
