A un lado queda la ermita de la Virgen de Lirio, sin las campanas en la espadaña, porque hace años se las llevaron los franceses. Al volver una curva, llama la atención la iglesia de San Cristóbal, de piedra rojiza, perfectamente integrada en un verdoso paisaje que se asienta sobre tierras arcillosas. Las mismas tierras rojas que sirven para que sus vecinos construyan sus casas y bodegas y que también tienen el privilegio de estar incluidas en la Denominación de Origen Ribera del Duero. Un orgullo ... (ver texto completo)
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