Antaño los viajeros que viajaban a la corte por el
camino Real hacían penosas jornadas caminando o sobre caballerías.
El portillo de la
sierra de Honrubia era un duro tramo y en épocas de nieves frecuéntemente los viajeros se desorientaban y perdían la senda del camino.
En las ventas tocaban un campano para orientar a los viajeros y así poder llegar a lo que entonces era un merecido descanso, con una buena pitanza y al calor de un fuego.