Es un típico utensilio de finales del Neolítico. Ahora y con el uso aparece algo flojo, pero sin duda recién estrenado debió prestar una ayuda estimable para diversas labores, arreglo de las piezas de caza, conseguir leña para el fuego, incluso en el curtido de pieles, etc. Cuando esos aparatos perdían el filo, este se renovaba con piedras de afilar de las que por cierto se encuentran muy frecuentes en los lugares de habitación.