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Desde ayer, Alcalá tiene una nueva vecina centenaria. Se llama Brígida Hernández, y ha alcanzado esta mágica y redonda cifra en un estado de salud que ya quisieran para sí mucha gente más joven que ella.
Brígida nació en Montijo de Arévalo (Segovia) el 13 de julio de 1908, a la vez que se inauguraban en Londres los Juegos Olímpicos de la era moderna. En estos cien años, le ha dado tiempo a tener seis hijos, catorce nietos, otros catorce bisnietos, y a punto está de tener un tataranieto, según afirma Teresa Sanz, una de sus orgullosas hijas.
El secreto para tal longevidad es, según la totalidad de sus familiares, el duro trabajo en el campo. “Ella ha trabajado mucho siempre, ha servido en una casa y ha tenido que ir a lavar la ropa a mano al río. Además, ella siempre ha sido muy metódica con sus medicinas”, reconoce Teresa.
Brígida lleva desde septiembre del año pasado viviendo en la Residencia Ballesol, en El Ensanche, un lugar que su familia considera el idóneo para que viva con todas las atenciones que merece. La limpieza y el buen trato que recibe hacen que todos sus hijos y nietos estén contentos de la elección realizada, ya que en casa no podían cuidarla en condiciones, reconoce el marido de Teresa.
Regalo municipal
El alcalde de Alcalá, Bartolomé González, no quiso perderse este acto tan importante e inusual: “Estos son los eventos que uno quiere cubrir, en lugar de tanto problema como hay”, reconoció.
El estado de salud de la centenaria abuela fue lo más comentado entre las trabajadoras de la residencia y las autoridades allí congregadas, ya que además del alcalde, se encontraba Isabel Ruiz, la concejal de Familia, Salud y Servicios Sociales. Sin embargo, Brígida echó en falta a alguien. “Mi marido era un bendito”, sin duda fue la felicitación que más le hubiera gustado recibir en un día tan señalado.
Para contrarrestar su ausencia estaba la sonrisa de sus jóvenes bisnietos, que no ocultaban su orgullo por la bisabuela.
Desde ayer, Alcalá tiene una nueva vecina centenaria. Se llama Brígida Hernández, y ha alcanzado esta mágica y redonda cifra en un estado de salud que ya quisieran para sí mucha gente más joven que ella.
Brígida nació en Montijo de Arévalo (Segovia) el 13 de julio de 1908, a la vez que se inauguraban en Londres los Juegos Olímpicos de la era moderna. En estos cien años, le ha dado tiempo a tener seis hijos, catorce nietos, otros catorce bisnietos, y a punto está de tener un tataranieto, según afirma Teresa Sanz, una de sus orgullosas hijas.
El secreto para tal longevidad es, según la totalidad de sus familiares, el duro trabajo en el campo. “Ella ha trabajado mucho siempre, ha servido en una casa y ha tenido que ir a lavar la ropa a mano al río. Además, ella siempre ha sido muy metódica con sus medicinas”, reconoce Teresa.
Brígida lleva desde septiembre del año pasado viviendo en la Residencia Ballesol, en El Ensanche, un lugar que su familia considera el idóneo para que viva con todas las atenciones que merece. La limpieza y el buen trato que recibe hacen que todos sus hijos y nietos estén contentos de la elección realizada, ya que en casa no podían cuidarla en condiciones, reconoce el marido de Teresa.
Regalo municipal
El alcalde de Alcalá, Bartolomé González, no quiso perderse este acto tan importante e inusual: “Estos son los eventos que uno quiere cubrir, en lugar de tanto problema como hay”, reconoció.
El estado de salud de la centenaria abuela fue lo más comentado entre las trabajadoras de la residencia y las autoridades allí congregadas, ya que además del alcalde, se encontraba Isabel Ruiz, la concejal de Familia, Salud y Servicios Sociales. Sin embargo, Brígida echó en falta a alguien. “Mi marido era un bendito”, sin duda fue la felicitación que más le hubiera gustado recibir en un día tan señalado.
Para contrarrestar su ausencia estaba la sonrisa de sus jóvenes bisnietos, que no ocultaban su orgullo por la bisabuela.