Aquí paz, y después gloria. Aquí, reposa un español bajo una losa: paz y después gloria. Dramático destino, triste suerte morir aquí —paz y después...— perdido, abandonado y liberado a un tiempo (ya sin tiempo) de una patria sombría e inclemente. Sí; después gloria. Se paga con la muerte o con la vida, pero se paga siempre una derrota. ¿Qué precio es el peor? Me lo pregunto y no sé qué pensar ante esta tumba, ante esta paz Quisiera, a veces, que borrase el tiempo los nombres y los hechos de esta historia como borrará un día mis palabras que la repiten siempre tercas, roncas.