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MONTUENGA: La cocina era un espacio esencialmente femenino, en...

La cocina era un espacio esencialmente femenino, en el que transcurría gran parte de la vida doméstica. En ella se preparaba la comida, se elaboraba la matanza, el pan y la manteca, se conservaban los alimentos, se comía y se bebía, se confeccionaba la ropa, se levaba y se planchaba, se calentaba y aseaba la familia, se contaban cuentos e historias, se criaba a los niños, se oía la radio, se rezaba, se dormía y se moría.

El hogar de los campesinos se atizaba en el suelo con leña. No había chimenea y el humo lo inundaba todo, con él se ahumaba la matanza. Los muebles eran escasos: un escaño alrededor del fuego para sentarse y dormir, un vasar para platos, escudillas y cubiertos. Algunas cocinas de tenían una campana para expulsar el humo por una chimenea. Para colocar los recipientes de cocinar había calamiyeres , trébedes, morillos y arrimapucheros de barro o hierro. Todas las cocinas tenían horno para cocer el pan.
Para cocinar, se empleaban calderas de cobre, y pucheros y cazuelas de barro, a los que se sumaron a comienzos del siglo XIX los potes de hierro fundido. La conservación de alimentos era una tarea que cada casa tenía que solventar por sí misma, pues todos los alimentos eran perecederos y no había un mercado surtido al que recurrir para comprarlos. Para guardar algunos alimentos se empleaban recipientes de madera y cerámica, así como arcas, etc.

La primera cocina económica nació cuando a alguien se le ocurrió alojar el hogar en una cámara construida con ladrillos y dispuesta en el centro de la cocina. Constaba de una superficie que se mantenía caliente, y unos soportes laterales para conservar asimismo caliente una olla o una cacerola.

En el año 1630, el inventor británico John Sibthrope patentó una versión metálica de gran tamaño de este dispositivo, alimentado con carbón, combustible que no tardaría en sustituir a la leña en los hogares. Sin embargo, la idea de cocer los alimentos sobre un fuego encerrado en vez de hacerlo sobre la llamas o entre ellas, se abrió paso con lentitud, y el mismo proceso de cocción era todavía más lento, ya que resultaba necesario calentar un elemento intermedio, la superficie de la cocina.