TIEMPOS DE
MILI.
Una mañana fría y con
cielo plomizo del mes de noviembre, salí de
casa con una pequeña maleta y empecé a caminar despacio por la
calle arriba, tenía que coger una furgoneta que me acercaría a la
estación, para coger un
tren,
camino de
Madrid, para hacer la mili. De vez en cuando miraba hacia atrás, mirando esa calle, como si quisiera despedirme de ella, porque en ella, pase mi infancia y adolescencia con los
juegos, carreras y travesuras que, por muchos años que siga cumpliendo,
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