La plaza.
Que recuerdos me trae esta plaza donde yo jugaba, la olma, esa olma tan grande y hermosa que había en el centro y cubría de sombra en verano más de media plaza, si, esa plaza con suelo de tierra antes de asfaltarla, y en esa tierra, los chicos hacíamos caminos jugando a las chapas, al bote y peonza, las canicas o pitas, como aquí se llamaban, y las chicas, jugaban al corro, y a un juego muy raro, las esparrancas, que si mal no recuerdo así lo llamaban, el salto a la comba también practicaban. Otras veces venían los húngaros con cabra y trompeta y, al son de la música el listo animal trepaba y trepaba, por la vieja escalera, poniendo sus patas arriba del todo, muy juntas, y siguiendo la musía una vuelta daba. Otras veces venia Luisito, con su abrigo, su gorra, alforjas, y rotas sandalias, cantaba y cantaba, dando muchos saltos y entre salto y salto, su pueblo (Pozaldez) siempre lo nombraba.
Esta era mi plaza.
Que recuerdos me trae esta plaza donde yo jugaba, la olma, esa olma tan grande y hermosa que había en el centro y cubría de sombra en verano más de media plaza, si, esa plaza con suelo de tierra antes de asfaltarla, y en esa tierra, los chicos hacíamos caminos jugando a las chapas, al bote y peonza, las canicas o pitas, como aquí se llamaban, y las chicas, jugaban al corro, y a un juego muy raro, las esparrancas, que si mal no recuerdo así lo llamaban, el salto a la comba también practicaban. Otras veces venían los húngaros con cabra y trompeta y, al son de la música el listo animal trepaba y trepaba, por la vieja escalera, poniendo sus patas arriba del todo, muy juntas, y siguiendo la musía una vuelta daba. Otras veces venia Luisito, con su abrigo, su gorra, alforjas, y rotas sandalias, cantaba y cantaba, dando muchos saltos y entre salto y salto, su pueblo (Pozaldez) siempre lo nombraba.
Esta era mi plaza.