Diversas hipótesis suponen que el origen de Turégano arranca de un castro prerromano situado en el mismo cerro del castillo, y que perduraría como ciudadela, quizá ya fortificada, durante la colonización romana y la invasión árabe, para pasar, hacia finales del siglo XII, a poder del Obispado de Segovia, tras la donación de la Villa por parte de la reina Doña Urraca al obispo de. Pedro de Agén.
De esta forma, la historia de Turégano quedará ya siempre condicionada como Señorío Episcopal.
No sólo el antiguo castro y la Iglesia de San Miguel evolucionaron para adaptarse a las necesidades del obispo y sus posesiones, sino que la Villa se transformó y desarrolló en virtud de esa circunstancia.
Pero mucho antes de ello, Turégano ya se había abierto un hueco en la historia por ser paso obligado de tres de las cuatro únicas rutas medievales segovianas: la de Turégano a Buitrago, "la Carrera" de Sepúlveda a Segovia, por Turégano, y la de Turégano a Fuentidueña.
De esta forma, la historia de Turégano quedará ya siempre condicionada como Señorío Episcopal.
No sólo el antiguo castro y la Iglesia de San Miguel evolucionaron para adaptarse a las necesidades del obispo y sus posesiones, sino que la Villa se transformó y desarrolló en virtud de esa circunstancia.
Pero mucho antes de ello, Turégano ya se había abierto un hueco en la historia por ser paso obligado de tres de las cuatro únicas rutas medievales segovianas: la de Turégano a Buitrago, "la Carrera" de Sepúlveda a Segovia, por Turégano, y la de Turégano a Fuentidueña.