El crimen de las niñas de Navares
«¿Ay Lorenza! Déjala, Luis, no la mates». La pequeña Ramona reconoció al asesino de su hermana Lorenza a pesar de la oscuridad. El homicida golpeó con un canto a la pastorcilla hasta dejarla sin vida. Después, molesto y enfurecido por los gritos de la hermana menor, se fue detrás de ella corriendo: «¿Cállate, o te mato a ti también!». Sin pensarlo demasiado, la derribó con una
piedra, cogió una mojonera y le aplastó la cabeza. Las
ovejas balaban excitadas y dispersas.
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