Esta
casa del herrero me trae a la memoria gratísimos retazos de mi niñez, recordando como el herrero hacía y daba forma las herraduras en la
fragua.
Enfrente estaba, y sigue estando, la
fuente, entonces a
cielo abierto; a continuación las pozas y luego los
huertos, donde los chavales ibamos con frecuencia a
comer unos cañamones o unos garbanzos verdes, y por supuesto, las moras. Y durante todo el
verano acompañaba a mi tío Ignacio, que.p.de., a
cazar algún pajarillo con su famosa "liga", amenizando
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