Son parte de una camada numerosa de gatitos sin dueñ@ (Rebeca, nuestra amiguita asturiana, les llama "gatines") que acuden al
jardín nada más apercibirse de nuestra presencia.
En nosotros encuentran alimento y atenciones que ellos agradecen con maullidos, miradas amistosas, y con sus jugueteos confiados.
Así, los fines de semana tiene un aliciente más, en el reencuentro con la vida natural en este pequeño y tranquilo
pueblo de la meseta castellana.